Nosotros los jotos / ¡Aparecen los verdaderos 41!

AutorAntonio Bertrán

Para Jaime Cobián,

historiador de joterías.

Jamás olvidaré el 9 de noviembre, no precisamente porque ese día nos cargó el payaso de Trump y los culeros diputados priistas desecharon, por cálculos electoreros, la iniciativa presidencial para legalizar el matrimonio igualitario en todo el País (ya se lo cobraremos los "raritos" en las urnas, primores)...

Bajo un cielo gris que nos imponía ver gototas, llegué ese miércoles a la Escuela Nacional de Antropología e Historia para participar en el IX Seminario Histórico LGBTI con un taller de entrevista. Mi querido Alonso Hernández, el organizador, le puso a mi charla el seductor título de "Oralidades Diversas". Ya te imaginarás, querido lector, que gocé compartiendo mis mañas para, con una preguntita, dejarle ir la puntita a todo el que, ingenuamente, se coloca frente a mi grabadora.

Tras concluir, me quedé a la siguiente ponencia, "Los 41: ¿Último capítulo?", que me atrajo porque he soñado con seguir el rastro de las comadres que, en 1901, sufrieron una redada policiaca en el célebre "Baile de los 41 Maricones", en el que la mitad se divertía travestido de mujer en una casa de la calle de La Paz, en la CDMX.

El abogado Juan Carlos Harris, un "historiador frustrado", empezó aclarándonos que ese momento emblemático de la represión contra Nosotros los jotos no ocurrió el 20 de noviembre, sino que lo más probable es que tuviera lugar a las tres de la mañana del domingo 17.

Periódicos de la época como "El Imparcial" habían dado con lujo de escándalo homofóbico la noticia y balconeado a algunos de los detenidos, como Juan López y Luis Hernández. "Era evidente que los más listos dieron nombres falsos para proteger su reputación, pero los jóvenes e ingenuos sí dieron sus apellidos reales, uno de los cuales era afrancesado", nos explicó el ponente.

"¡Qué inquietante, una pista!", me dije fascinado mientras lo escuchaba referir que el cargo que se les imputó a los "maricazos" fue "faltas a la moral" (la homosexualidad no estaba penada); que quien determinó, "por sus pistolas", el escarmiento de ponerlos a barrer las calles en sus trajes femeninos fue el Gobernador del DF, Ramón Corral (luego vicepresidente de Porfirio Díaz), y que no fueron enviados, como se ha...

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