Nosotros los jotos / El amo y su lindo gatito

En uno de los ríos de la colonia Cuauhtémoc de la muy noble y corrupta Ciudad de México hay una casita de dos pisos, con inocente fachada blanca. Ahí llegué la noche del 25 de enero a una horchata leather del grupo Andros MasoSado, que siguen más de mil personas en Facebook.

Me invitó el buen Pale, príncipe de prepucios y otras deliciosas pieles, a quien recordarás que conocí, querido lector, en la fiesta de año nuevo de mis cuatísimos Víctor y Rodolfo.

A las 10:30 de la noche, tres números antes de mi destino, pasé caminando junto a una pareja de vecinos que despedía a su hija y nietos.

--¡Cuídense mucho! -oí que dijo la abuela.

--¡Sí, usen condón!" -pensé divertido antes de alcanzar el timbre de la fiesta.

El acceso era solo con un código que cada uno de los 100 invitados había recibido vía correo electrónico, y exigía indumentaria de cuero.

Yo, que de piel no tengo ni los zapatos, recurrí a un amiguito fetichista que me prestó su arnés y un chaleco rudo. Por fortuna se aceptaban jeans negros, que rematé con unas botas obreras que había comprado la pasada temporada de lluvias en un arranque de lesbianismo brincacharcos.

Aquí entre nos, sentía mariposas en los pliegues más profundos del cutis porque siempre había tenido el morbo de visitar el mundo de los adoradores de la piel sobre piel, que es una lúdica parafilia y no una patología. Claro que llevaba listo y alborotado lo más largo que me cuelga: el lente de mi cámara.

En la sala, que era el espacio con un poco más de luz, se divertía con su consola un atractivo DJ. Entre los en-cuerados llamaron mi atención una pareja joven que deambulaba de la mano, con suspensorios de piel y gruesas correas al cuello, así como un inquietante enmascarado, alto y enfundado en un traje de charol negro.

Se llamaba Luis y, al contrario de lo que proyectaba su antifaz de murciélago, fue muy amable y accedió a posar para Nosotros los jotos antes de perderse, con una mano enguantada en látex, por las habitaciones más oscuras...

Mientras tomaba una cerveza empecé a platicar con Israel, un moreno de torso velludo y máscara tachonada de metal que de pronto me señaló con su largo fuete a una pareja que entró hacia la medianoche. Con gorras tipo policía, uno era muy alto y el...

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