Nosotros los jotos / Mr. Octubre

-¡Tienes un príncipe Alberto, guau! -exclamé mojando la trusa cuando la ropa de Mr. Octubre cayó ligera como las hojas del otoño frente a mi lente, y advertí que la cabeza de su moreno amiguito estaba alhajada con el anillo de acero de ese piercing tan sexy.

-Sí, y lo llevo siempre porque me hace sentir cachondo -me confesó Tavo con una sonrisa traviesa.

-¿Y cuando haces chis no pareces manguera picada?

-No, ja, ja. Por eso se usa un anillo grueso que entra por la uretra y sella la parte de abajo, por donde sale. Aunque cuando la tengo dura y quiero orinar sí salpico para todos lados.

-¿De veras no te lo quitas ni para... explorar cavernas? -insistí pasándome de morboso, porque confieso que nunca había estado delante de semejante obra de orfebrería lúbrica.

-En serio, es que me gusta más que el explorador sea el otro. Fíjate que una vez que iba a tomar un autobús a Puebla, al pasar por el arco de seguridad pitó aunque me había quitado todas las cosas de metal. Una mujer policía me peguntó si llevaba algo más y, recordando, le dije que un piercing en el pene. "¿Lo quiere ver?", le ofrecí, pero ella negó con la cabeza diciéndome "pase, pase".

Tavo es un desinhibido seguidor de esta columna que me contactó y dijo que sería un honor presentarse aquí para cachondearte, querido lector. Nuestro modelo otoñal tiene un cuerpo macicito -¡ay!-, gracias al ejercicio que le gusta practicar desde la infancia, y conserva un leve acento guatemalteco porque nació en la capital del vecino país del sur el 9 de julio de 1991. Con la audacia de los hijos de Cáncer, hace cinco años vino al DF. para estudiar odontología y vivir abiertamente su gusto por los caballeros, que prefiere de piel clara y que le saquen varios centímetros a su 1.63 de estatura.

Sergio, un veinteañero que era así, fue su primer amor cuando estaba en la secundaria e iba a cumplir 16 años. Él lo orilló a sincerarse con su familia para que pudieran llevar una relación sin esconderse, y el muy ojeis lo cortó una semana después de que Tavo tuvo el valor de confesar que era "hueco", como nos llaman a Nosotros los jotos en Guatemala.

Para su sorpresa, quien lo comprendió mejor fue su padre, campechano de nacimiento, mientras que a su guatemalteca mamá le costó asimilar la realidad porque tenía muchos prejuicios y se imaginaba que su hijo iba a terminar vestido como Rigoberta Menchú.

La...

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