Joséphine Baker: Una mujer sensual

AutorGuadalupe Loaeza

Brutalmente erótica y vestida sólo con algunas plumas rojas de avestruz, Joséphine Baker hechizó a los parisinos, cuando se presentó en la Revista negra del flamante Teatro de los Campos Elíseos, donde la consideraron como una verdadera diosa de ébano. Joséphine y su pareja de baile inflamaron la imaginación de los espectadores cuando bailaron un charleston haciendo un alarde de contorsiones y ondulaciones frenéticas, al mismo tiempo que cantaban, Yes, sir that's my baby. No, sir I don't mean maybe... Esa noche, los parisinos amantes de las revistas musicales descubrieron un espectáculo nuevo y totalmente exótico. Joséphine se convirtió en una verdadera sensación de un día para otro.

Hija de una lavandera, la que fue la bailarina mulata más amada de Francia, Freda Joséphine Carson, nació en San Louis Missouri el 3 de junio de 1906. Poco después de su nacimiento, su padre, de raza blanca, Eddie Carson, abandonó el hogar. La madre, la senegalesa Carrie McDonald, volvió a casarse y tuvo dos hijos más. La familia vivía en una pobreza extrema, por lo que desde los 8 años de edad, pusieron a la pequeña Joséphine a trabajar cuidando niños en las casas en donde su madre prestaba sus servicios como empleada doméstica.

A los 13 años, trabajó de meserita en un antro nocturno de mala muerte, el Old Chauffeur Club, en donde conoció a Willie Wells, con quien se casó a esa tierna edad y del que se divorció de inmediato por el maltrato que le daba. "Aguantaba los golpes que me daba la vida, pero lo hacía con dignidad porque amo y respeto profundamente a la humanidad". Joven, divorciada y, por lo tanto, libre, a los 16 años, se unió a la Jones Family Band y a las Dixie Steppers, ambos grupos de artistas negros, con los que no logró mucho éxito. Sin embargo, con ellos aprendió a desenvolverse en la escena con el desenfado, llaneza, naturalidad y algo de comicidad que le valiera más tarde la simpatía del público europeo. "A mí no me intimida nadie. Todo el mundo está hecho con dos piernas, dos brazos, un estómago y una cabeza. Nada más piensen en eso". Más tarde trató de participar en la revista Shuffle Along, la primera comedia musical con integrantes de raza negra que se presentó en Broadway.

Aunque no logró que la contrataran para aparecer en escena, se quedó como encargada del vestuario. Esto no la desanimó para seguir ensayando y practicando los números bailables. Cuando una de las bailarinas del coro falló, Joséphine la reemplazó y fue descubierta por Carolina Dudley, una agente de espectáculos. La indudable gracia y sentido del humor con el que Joséphine desempeñaba sus habilidades histriónicas, convencieron a Dudley de incluirla en un grupo de negros, en el cual se encontraba el clarinetista Sydney Bechet, reconocido músico de jazz y del que Duke Ellington diría que era el epítome del jazz. Joséphine escuchaba al virtuoso hasta el amanecer y poco a poco se fue llenando de esa música que la hacía vibrar. Siguió haciendo su lucha con más o menos éxito en varias revistas y comedias musicales, pero la oportunidad que se le presentó de actuar en París, en 1925, fue en su carrera el gran giro que le cambiaría la vida.

Era la época de los años locos...

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