Josefina Leroux / Mercado de Eros
Autor | Josefina Leroux |
¿Le parece que el romanticismo ahora luce cursi y anticuado? Lo más seguro es que sí.
Eros le arrebató al amor el lugar predominante que tuvo en las parejas. Venció al pudor y a la vergüenza de los siglos anteriores y hoy se erige con orgullo públicamente en todas partes, redes sociales incluidas.
La celebración de ayer del Día del Amor nos asoma a una faceta de la evolución de la pareja y a otra etapa del erotismo. Lo nuevo son los encuentros casuales para inmediata excitación con personas indistintas.
A pesar de estar en la génesis de la cultura, el erotismo a lo largo de la historia se vivió a oscuras y clandestinamente, con secuelas de pena y de culpa. Eros era fuente de pecado y perversión sobre todo en las mujeres, las que se preservaron casi en exclusiva para la reproducción y la maternidad.
Era lógico que la mayoría de las mujeres hasta los años 80 tuvieran dificultades para llegar al orgasmo; recatadas y obedientes nunca se masturbaron.
La relación de pareja era para conocerse, amarse, casarse y reproducirse. El placer no tenía mucha cabida en esa fórmula. Las instituciones se encargaron de mantenerlo reprimido hasta su explosión.
"No ofendas a tu esposa, mejor consigue una prostituta", era un mandato religioso y un entendido social masculino.
Con la llegada de la globalización se develaron los secretos de la sexualidad; el conocimiento de costumbres de otras sociedades esfumaron los tabúes. El feminismo conquistó el derecho al placer de las mujeres y también la equidad de libertades para explorarlo.
Pero Eros florece en el marco del consumismo, el que convierte a las personas en objetos desechables, intercambiables y con fecha de caducidad.
Del deber ser se pasó al poder hacer. Eros se puso a la venta en internet, en las sex shops y en moteles donde se vende el espacio para materializarlo.
Éstos ya no son lugares de mala reputación destinados para las escapadas de amantes, los moteles hoy se anuncian por internet y publicitan sus amenidades para las parejas de amantes, novios o esposos proveyéndoles todo lo que puedan necesitar para cumplir sus fantasías: columpio, camas de agua, tubo, jacuzzi, espejos, cámaras, pantallas gigantes o hasta "playa" dentro del cuarto.
Algunas cadenas han modificado su nombre para rescatar su prestigio, ahora los llaman "Love Hotels", no importa que el amor esté ausente y sean las posturas de Kamasutra lo que se practique en sus cuartos.
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