José Woldenberg / Ante el terror

AutorJosé Woldenberg

A la memoria de un periodista único e irrepetible: Julio Scherer.

  1. Que una organización o persona se sienta legitimada para matar con todas las agravantes -premeditación, alevosía y ventaja- porque alguien "mancilló" su credo no deja de horrorizar. Las religiones -fruto de verdades reveladas- suelen incubar dogmas que no soportan su confrontación con otras formas de pensar. Se asume que existe una sola verdad, una sola fe, una sola manera de filtrar el mundo y que quienes no la comparten son infieles o renegados. Por supuesto, en casi todas las religiones (incluyendo el Islam), por la fuerza de los hechos, por la inescapable realidad de que hay que vivir con otros, hoy son hegemónicas -creo y quiero- las posiciones más o menos tolerantes, abiertas a los distintos o por lo menos resignadas a no ser exclusivas y menos a desatar guerras religiosas. Pero la intolerancia de matriz religiosa nunca ha estado ausente. Y la matanza desatada en nombre de Mahoma contra los dibujantes de la revista satírica Charlie Hebdo es algo más que una muestra aterradora de ese resorte.

    Por cierto, la política vivida como religión no ha estado exenta de producir todo tipo de fanatismos y quienes se han sentido portadores de un proyecto de futuro irrecusable o, por el contrario, los que se han asumido como guardianes de valores eternos también se han sentido legitimados para perseguir y acabar con sus enemigos. ¿Es necesario repetir que por ello la democracia es más que una fórmula de gobierno, es un horizonte civilizatorio que permite la competencia regulada de la diversidad de opciones políticas? ¿Es necesario insistir en la pertinencia de escindir -hasta donde esto es posible- los mundos de la religión y la política?

  2. La marcha del domingo 11 de enero que congregó a varios millones de personas en París, encabezadas por muy distintos jefes de Estado y líderes de diversas fuerzas políticas, es un signo de que es posible y deseable fortalecer un piso común para la convivencia. Haciendo a un lado, por un momento, marcadas diferencias, todos ellos marcharon para preservar las libertades (la de expresión de manera destacada), la coexistencia de la diversidad y contra el terrorismo. A partir de ese basamento se pueden y deben recrear todas las diferencias tratando de construir un dique a la violencia. Es un signo esperanzador.

  3. A pesar de ello, es probable que el triste acontecimiento sirva para avivar una tensión que recorre Europa: la migración masiva hacia esos...

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