José Woldenberg / ¿Nueva época?

AutorJosé Woldenberg

¿Fueron las elecciones de 2015 el anuncio de una nueva época en materia partidista? Así como México pasó de un sistema de partido hegemónico a uno multipartidista con tres ejes ordenadores básicos, ¿estaremos transitando hacia un régimen de partidos mucho más disperso? Las preguntas no son anodinas, porque de suceder, las derivaciones políticas no serán menores.

De 1988 a 2012 nuestro sistema de partidos fue multipartidista, pero con tres referentes fundamentales que ordenaron -para bien y para mal- la mecánica política. Esos tres polos -PRI, PAN y PRD (ya sé que en el 88 no existía el PRD, pero el FDN puede, sin forzar demasiado las cosas, considerarse su antecedente directo)- concentraron lo fundamental de las votaciones y por ello de la representación: en 1988 el 98.6 por ciento de los votos para Presidente y el 98.3 para diputados. En 1991 el 83.8 para diputados. En 1994 el 91.2 por ciento para Presidente y 89.8 para diputados. En 1997 el 88.9. En el 2000 aparecen las coaliciones lideradas por alguno de esos partidos y como no se puede conocer cuántos votos aportó cada partido tomo la votación de la coalición respectiva: para Presidente 95.2, para diputados 93.9. En 2003, 89.1. En 2006, 93.4 y 90.6 respectivamente. En 2009 -aunque continuaron las coaliciones, al estar separados los partidos en la boleta, podemos conocer cuántos votos recibió cada uno- 77.1. En 2012, para Presidente 95.2 y para diputados 76.2. Y en 2015, 61.1.

A lo largo de ese cuarto de siglo fueron tres los partidos que imprimieron su sello a la dinámica política del país, lo que incluye, por supuesto, a las coaliciones que giraron sobre sus respectivos ejes. No obstante, las elecciones de 2015 expresan un potencial quiebre de esa realidad. En conjunto los tres partidos perdieron buena parte de su votación, aunque la escisión del PRD y el surgimiento de Morena explican lo fundamental de ese cambio. No obstante, hay una transferencia de votos de "los tres grandes" hacia formaciones políticas menores, lo que si se sostiene en el tiempo podría estar prefigurando un sistema de partidos mucho más fragmentado y por ello mismo con grados mayores de dificultad para generar gobernabilidad (en el sentido estrecho del término: la capacidad de un gobierno para hacer prosperar sus iniciativas en el circuito legislativo). Si a ello le sumamos la irrupción de los candidatos independientes, las posibilidades de una mayor dispersión de los votos se multiplica.

No faltarán las voces que...

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