José Woldenberg / El deterioro de la política

AutorJosé Woldenberg

Sólo que uno viva en el mayor aislamiento, que no lea diarios o revistas, ni escuche la radio o vea la televisión, que carezca de familia y de amigos, puede no tener referencia del fenómeno siguiente. Se trata de un malestar general -que se expresa como una ola expansiva-, hacia los partidos, los políticos, los cuerpos legislativos, es decir hacia la política. Los adjetivos que comúnmente la acompañan no suelen ser nada halagadores.

Lo más paradójico en nuestro caso es que fue la política la que logró conducir a buen puerto un proceso de tránsito democrático que estuvo sembrado de enormes retos y dificultades. En diferentes momentos, los políticos, los partidos, los gobiernos y el Congreso supieron estar a la altura de las exigencias y fueron capaces de diseñar un cauce para el encuentro y recreación de las diferentes fuerzas políticas y de generar leyes e instituciones que han permitido la coexistencia de la diversidad en la esfera pública. Al parecer, no fue poco, pero seguro no es suficiente.

El malestar que produce la política es un fenómeno que no se circunscribe a nuestras fronteras, sino que se presenta en la mayor parte de los países de América Latina, precisamente en el momento en que parecía que el continente dejaba atrás regímenes militares y autoritarios. Es así que el desencanto con la política puede convertirse en un desencanto con la política democrática, dado que son los instrumentos de esta última (políticos, partidos y parlamentos) los que se encuentran más cuestionados.

Dante Caputo, ex canciller argentino y coordinador del Informe Regional sobre el Estado de la Democracia en América encargado por la ONU, así lo decía hace algunos meses: "un 60 por ciento de latinoamericanos considera que la democracia es el mejor sistema, pero el 50 por ciento de los encuestados en 18 países expresan que estarían dispuestos a apoyar un régimen militar si éste trajera solución a sus problemas económicos. Más grave aún, del 60 por ciento que adopta a la democracia como el mejor sistema, la mitad estaría dispuesta a aceptar un régimen autoritario si éste trajera solución a sus problemas económicos".

No se trata de subrayar artificialmente las tintas puesto que a pesar del desgaste en la percepción positiva hacia la democracia, no parece emerger un modelo alternativo, pero el deterioro de la imagen de los instrumentos de la política democrática no puede pasarse por alto, porque puede ser caldo de cultivo de fenómenos autoritarios.

Los...

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