José Woldenberg / Despenalización del aborto
| Autor | José Woldenberg |
Una constelación de organizaciones de mujeres decidió en 1990 convertir al 28 de septiembre de cada año en el "Día por la despenalización del aborto en América Latina y el Caribe". Sus razones me parecen fundamentales y convincentes. Las mías son las siguientes:
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Porque toda mujer debe tener derecho a decidir.
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Porque ninguna ley o institución tiene derecho a obligar a una mujer a tener un hijo que no quiere.
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Porque con esa medida se ofrecería una solución satisfactoria a los millones de abortos que se practican de manera clandestina en todo el continente.
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Porque la inmensa mayoría de esos abortos se lleva a cabo en condiciones más que precarias de salud, poniendo en riesgo la vida de la madre.
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Porque la amenaza de la represión gravita sobre la mujer, los médicos, las enfermeras, las comadronas, introduciendo una tensión innecesaria a la ya de por sí difícil decisión de interrumpir un embarazo.
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Porque nadie aborta por gusto, sino por necesidad. Se trata de un recurso extremo.
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Porque a un problema de salud pública no se le puede afrontar con los códigos de la fe religiosa.
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Porque si una mujer no desea abortar, por la razón que quiera, incluyendo por supuesto las convicciones que se derivan de su religión, nadie la puede ni la debe obligar a abortar.
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Porque la decisión debe ser individual o de pareja, y de nadie más.
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Porque en América Latina y el Caribe alrededor de 4.2 millones de mujeres recurren al aborto cada año. (GIRE. "Campaña 28 de septiembre por la despenalización del aborto". México. 2002).
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Porque el expediente del aborto es practicado por mujeres diversas: con distintos niveles educativos; casadas y solteras, viudas y en unión libre, y de todos los niveles socioeconómicos, pero claro, quienes lo practican en las peores condiciones para la salud son las mujeres pobres.
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Porque se podrían evitar las redes clandestinas que medran con la necesidad y la desesperación de las mujeres.
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Porque un derecho humano fundamental es el de elegir, máxime en asuntos tan íntimos.
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Porque quienes planteamos la despenalización no estamos pensando en el aborto como un método anticonceptivo, ni como una vía rutinaria para interrumpir el embarazo, sino como una decisión difícil, pero que debe gozar de un arropamiento institucional y no generar el amago de persecución.
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Porque al mismo tiempo se deberían desatar intensas campañas de educación sexual y poner al alcance de quien lo desee los más diversos métodos anticonceptivos, con...
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