José Woldenberg / 6 de julio: momento revelador

AutorJosé Woldenberg

Durante años México construyó los instrumentos legales, políticos e institucionales para que su pluralidad política pudiera convivir y competir dentro de un cauce pacífico. El 6 de julio constatamos que esa construcción permitió que la pluralidad política existente contendiera por la Cámara de Diputados, 6 gobernadores, 10 congresos estatales y 381 ayuntamientos, de manera ordenada e institucional. Cierto, hubo algunos incidentes menores y localizados, pero los mexicanos votamos en paz y con la certeza de que el voto se respetaría.

Las elecciones del domingo 6 de julio y sus resultados han vuelto a confirmar la profundidad del proceso democratizador que vivió México en tan sólo unos años. En estos comicios estuvieron presentes todos los elementos que debe reunir una contienda democrática: 1) partidos políticos sólidos y con arraigo, desplegando en libertad sus campañas en una contienda genuina, sin ganadores ni perdedores predeterminados; 2) autoridades electorales imparciales, que realizaron su trabajo de manera transparente, preparadas para recibir y difundir resultados, cualquiera que éstos sean; 3) medios de comunicación libres, capaces de reflejar la pluralidad de opciones, diagnósticos y propuestas, así como de ejercer la crítica y, 4) lo más importante: una ciudadanía atenta, que sabe ejercer sus derechos políticos, experta en el uso de su voto para premiar o castigar partidos. No obstante lo anterior, el dato gris de la jornada es que sólo acudió a las urnas el 41.68 por ciento de los inscritos en la lista nominal.

La realidad democrática que vive México contrasta enfáticamente con lo que se vivía hace apenas unos años. Ayer, el partido en el gobierno contaba con la mayoría absoluta de los votos en el máximo órgano de la autoridad electoral, que en la práctica dependía de la Secretaría de Gobernación. Hoy, como ocurre desde 1996, las autoridades electorales mantienen plena autonomía frente a los gobiernos; y los partidos, sin voto en los órganos de decisión, han dejado de ser juez y parte. Antes, los propios partidos en las Cámaras calificaban la elección, ahora no y las controversias electorales son resueltas por órganos jurisdiccionales, no políticos. En contraposición a lo sucedido en 1988, el 6 de julio de 2003 a las once de la noche la autoridad electoral federal dio a conocer tendencias de la votación precisas, proporcionó información oportuna y confiable y desde las ocho de la noche funcionó el Programa de Resultados...

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