José Pablo Coello / Cabeza columnista

AutorJosé Pablo Coello

En el tiempo que llevo de ser aficionado a los deportes, me ha tocado presenciar todo tipo de gritos y expresiones de los fanáticos desde la tribuna. Recuerdo muy bien la primera vez que me llevaron al Estadio Azteca, para ver la final del Torneo Mexicano en el verano de 1979. Por supuesto que había algunos gritos aislados de reclamo para el trabajo de los árbitros, pero los goyas de las porra de los Pumas y el chiquitibum de los grupos de animación del Cruz Azul, eran mayoría.

En ese mismo escenario, hice "La Ola" en el Mundial del 86, y canté el himno mexicano "a capella" cuando el sonido local falló antes del juego ante Bélgica. También por aquellos tiempos, disfruté el "¡México, México!", acompañado de tres aplausos en el Estadio Rafael "Pelón" Osuna, para apoyar a Raúl Ramírez en sus duelos de Copa Davis. En el inolvidable parque del Seguro Social, fui parte de la "Marabunta Roja" que entonaba ingeniosos cánticos para hacer desatinar a la "Garra Felina", durante la "Guerra Civil" entre Diablos y Tigres. Después llegó el "Sí se puede" durante el Mundial de Francia 98, cada vez que el Tri venía de atrás en el marcador ante Corea del Sur, Bélgica y Holanda.

Reconozco que sigue habiendo muchas expresiones ingeniosas, divertidas y respetuosas en decenas de escenarios deportivos en nuestro País. Pero es indudable que hoy en día, el grito de "¡Eh puto!" se ha convertido en el sello distintivo de los aficionados mexicanos al deporte. Se escucha no solo en la Liga M, sino también en los juegos de la...

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