José Agustín/ Oaxaca y Rodolfo Morales

AutorJosé Agustín

¿A quién no le gusta Oaxaca?

A los mixtecos y zapotecos no se diga, pues ahí engrandecieron el valle con Monte Albán y Mitla. A Hernán Cortés, a quien con justeza Neil Young bien llamó el Asesino, también, ya que lo nombraron Marqués del Valle como premio a sus despojos y a él estuvo de acuerdo porque Oaxaca bien valía no pelear por el virreinato.

A mi tío Malcolm Lowry le fascinó; ahí ubicó su libro Oscuro Como la Tumba Donde Yace mi Amigo (chin, ya se me antojó escribir sobre Lowry, tendrá que ser para otra ocasión), e hizo célebre la frase "mezcal, poquito", porque esta ancestral bebida contiene el alma más profunda del agave y de todos los espíritus, buenos y malos, de los mixteco-zapotecos; nada de "para todo mal, mezcal; para todo bien, también" porque si don Malcomio pasaba al mezcal era como abrir la puerta del infierno (o de El Farolito, la cantina de Bajo el Volcán, que es lo mismo).

Ahora ya que me metí en esto, tengo que añadir que D.H. Lawrence también enloqueció con Oaxaca, y que Aldous Huxley hizo como que no, con tal de llevarle la contraria a su maestro, pero también se quedó arrobado con Monte Albán, que no se haga. Y con los hongos psylocibe mexicana, que han sido imán de incontables académicos no exactamente tipo Indiana Jones, pero sí adustos y ciertamente macizos doctores como Gordon Wasson, Roger Heim, Richard Evans Schultes, Peter T. Furst y otros pesos completos de ese wattaje, como también Gutierre Tibón o Fernando Benítez.

Hace poco tuve la suerte de visitar Oaxaca por el lado moridor de Rodolfo Morales, quien falleció a principios de este año después de legar todo lo que tenía a su tierra. Este maestro de joven estudió en la Academia de San Carlos y fue maestro de dibujo hasta 1965, cuando, a los 40 años de edad, hizo su primera exposición y Tamayo "lo descubrió".

No sorprende que el gran maestro se interesara por Morales ya que éste, además de su solvencia técnica y la asimilación de las corrientes en boga, quintaesenciaba el alma oaxaqueña, así es que Tamayo se entusiasmó y se encargó de promover a su paisano. Un rato nomás, porque después don Rufis se aterró del éxito que obtenía el indio de Ocotlán y procedió a bloquearlo. Pero ya era demasiado tarde. Desde los años 70, la estatura artística de Morales creció al punto de no desmerecer nadita al lado de su inicial promotor, o de Francisco Toledo, quien era más joven que él pero le llevaba ventaja.

A partir de los años 70, Morales consolidó su prestigio y fue...

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