José María Murià / Obsesión por la transparencia

AutorJosé María Murià

Lo peor de la Administración es cuando se considera un fin en sí misma.

De un tiempo acá, la insistencia en "transparentar" el ejercicio de los dineros públicos se ha convertido casi en una obsesión. Cada paso que se da en este sentido resulta motivo de satisfacción, ya no digamos de presunción, y el "huevo se cacarea" a más no poder. ¡Qué bueno!

Tenemos tantos años de hacer las cosas "ensarapados" y unilateralmente, y hemos ganado tal fama de corruptos que no viene nada mal un colectivo esfuerzo para que la función pública esté al alcance de todos, tanto en lo que se refiere al hecho de decidir determinadas acciones como al ejercicio del dinero disponible. No importa que, desde hace mucho tiempo, el gasto público esté sometido a tantos requisitos y controles que resulta prácticamente imposible ejercer un peso fuera de lo pautado, ahora además se exige que todo el mundo tenga acceso a la información de dichos gastos, cueste lo que cueste.

Sin embargo, como es bien sabido, quienes hacen muy buenos negocios no recurren al dinero visible, sino a operaciones que no se ven, generalmente con la participación de elementos extragubernamentales.

Quizá proceda recordar que cuando el primer Presidente Municipal de Guadalajara promovido por el PAN tomó posesión de su cargo, anunció con gran estruendo que iba a desenmascarar y a "crucificar" a sus antecesores culpables. Ello ocurrió en 1995, cuando se proclamó el descubrimiento de una erogación de 2 millones de pesos por concepto de asfalto que nunca fue entregado y, poco después, el asunto se dejó caer en el olvido. ¿La razón? El honrado empresario que expidió la factura resultó ser un distinguido militante del partido que acababa de llegar al poder. Entonces, alguien profirió la siguiente frase lapidaria:

"Cuando un funcionario corrupto recibía mordida es porque había un honrado ciudadano que se la daba".

No estoy en contra de la claridad, por supuesto, pero en la medida que exageremos en nuestros deseos "vitrinarios", a lo mejor resultará carísimo, por una parte, o acabe por paralizar las tareas de dependencias a las que se atosigue pidiéndoles información. Por otro lado, se exhibe ahora tal cantidad de datos que, a la postre, puede equivaler al mayor disimulo, puesto que en el maremágnum puede llegar a resultar imposible...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR