José María Murià/ El nuevo archivo de Zapopan

AutorJosé María Murià

Todavía en el año de 1793, San Cristóbal de la Barranca era la cabecera del partido de la intendencia de Guadalajara, en el que se encontraban también Iscatán, Tesistán, Zoquipan, Atemajac, Huentitán y Zapopan. Sin embargo, ya entonces se hablaba con insistencia de que era conveniente el traslado a esta última localidad de la residencia del subdelegado, quien era la autoridad mayor de cada partido, demarcación sucesora de las Alcaldías mayores y de los corregimientos que habían existido desde el Siglo 16. La idea del cambio era un síntoma evidente de que, de los casi 4 mil habitantes que a la sazón había en todo el partido de San Cristóbal, Zapopan era ya el que más tenía.

Así lo plantea en 1814 el plan de reorganización territorial propuesto por Juan Manuel Caballero y Rafael Dionisio Riestra: Zapopan "deberá ser cabecera de su partido, que lo era antes San Cristóbal".

Cuándo exactamente se hizo realidad el traslado de poderes, no lo sabemos, pero sí hay constancia de que en 1818 Zapopan fungía ya como cabecera del dicho partido y de que, por lo tanto, desde entonces se generó documentación oficial en este sitio, que debería estar en algún lado.

De acuerdo con la Constitución liberal española de 1812, que rigió en México en 1814 y desde 1820 hasta todavía un par de años después de consumada la Independencia, para que una población se convirtiera en sede de una municipalidad debería cumplir como mínimo dos requisitos: que tuviera más de mil habitantes y que hubiera por lo menos una persona que supiera leer y escribir y pudiera fungir como secretario.

De acuerdo con ello Zapopan debió convertirse en municipalidad durante la vigencia de la citada Constitución, pero no hay mayor certeza de ello, como sí es el caso de que ya lo era realmente en 1823.

Que nuestro pueblo haya ganado importancia hasta convertirse en tan dinámica ciudad puede enorgullecernos, como algunos lo hacen por el hecho de que los españoles se asentaron aquí antes que en el corazón del Valle de Atemajac. Pero debería caérsenos la cara de vergüenza porque no sobrevive un solo testimonio documental en los repositorios oficiales zapopanos, ya no digo desde 1541, sino incluso de los tiempos en que fue cabecera de partido o de departamento o de los balbuceos de su vida municipal.

Fue entre 1986 y 1989 cuando una autoridad municipal de Zapopan se empezó a preocupar por la preservación sistemática y formal de los documentos. Debe reconocérsele el mérito a Juan José Bañuelos...

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