José María Murià / Mirada a los Altos de Jalisco

AutorJosé María Murià

Los "Altos de Jalisco" constituyen una región en verdad singular dentro del panorama nacional. Curiosamente, no obstante haber dado vida a un personaje que se ha considerado representativo de toda la mexicanidad: el charro, en realidad es un paraje excepcional en el contexto del país.

Destaca su escasa población indígena, la flacura de sus tierras y su magra agricultura, el predominio tradicional de la pequeña propiedad rústica y la forma como se delimita, la vocación ancestral de sus hijos por ir y venir alrededor del mundo, una cierta hegemonía matriarcal, un generalizado y muy hábil uso del caballo y una fuerte endogamia.

No es el caso, conviene decirlo, de que en Los Altos ocurran cosas que no suceden en otros lugares, sino de que se conjugan en tal meseta rojiza características que no se hallan fácilmente en el entorno geográfico de México.

Cierto es que no resulta fácil marcar de manera tajante los límites de dicha región, como no lo es hacerlo con cualquier otra del mundo. Finalmente, la regionalización, lo mismo que la periodificación, no son más que recursos un tanto arbitrarios para segmentar un panorama o un lapso demasiado grande para su aprehensión. Sin embargo, es evidente que hay características climáticas, fisiológicas o humanas típicas de ciertos lugares, que los identifican y diferencian de los demás.

En tiempos antiguos, Los Altos vivieron sumamente apartados de las miradas forasteras, de manera que a su forma de ser y hacer se incorporaban solamente utensilios y comportamientos traídos por sus propios hijos, dispuestos siempre a prescindir de ellos si eran motivo de rechazo por parte de la comunidad.

"Tierra de hombres ausentes", dijo de Teocaltiche uno de sus más dilectos hijos: Victoriano Salado Alvarez. De esta manera, el gobierno cotidiano de los alteños quedaba a cargo de naguas aguerridas y sotanas también dispuestas siempre a hacer valer, por encima de todo, lo mismo sus razones que sus obras.

Sin embargo, los alteños de criterio estricto dicen de Teocaltiche, de Yahualica y de Mexticacán que ya no es tierra alteña; no obstante, muchos elementos típicamente alteños están ahí muy claramente representados. "Pueblo de mujeres enlutadas", dijo Agustín Yáñez de la yahualicense tierra de sus ancestros, lo cual podía aplicarse entonces a cualquier otro pueblo reputado como alteño, lo mismo en sentido amplio que en sentido estricto.

De igual manera podría hablarse de Nochistlán...

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