José María Murià / La carretera de la vergüenza

AutorJosé María Murià

Supongo que en el ánimo de nuestras autoridades queda claro que hay jaliscienses de primera, de segunda y hasta de tercera. Los residentes de la ciudad de Ameca y sus alrededores parecen estar catalogados en este último nivel.

De otra manera, no se explica lo que ha sucedido con la ampliación de la carretera que comunica esa dinámica población con la Capital de Jalisco.

Se trata de un tramo de unos 50 kilómetros, que median entre la cabecera municipal de Ameca y el entronque con la carretera que viene del oeste, desde Tequila o, si lo prefiere usted, desde el lejano norte, de Nogales y Tijuana.

Cabe decir que en términos generales y a pesar de su larga distancia, de no ser por la enorme cantidad de "retenes" de diversos tipos, el viaje por vehículo automotor hasta la línea que marca claramente la diferencia entre México y Estados Unidos es aceptable: la carretera es buena. No así la comunicación de la Capital jalisciense con Tala, la Presa de la Vega, la Hacienda del Cabezón y Ameca, antes de adentrarnos en los extraordinariamente bellos parajes de Guachinango, Atenguillo, Mixtlán y demás.

Dada la intensidad del tráfico que, además, crece día con día, hace cuatro años -más o menos 48 largos meses- se decidió realizar la necesaria ampliación a dos carriles por banda y, muy a nuestro modo, se empezó a trabajar en medio del tráfago habitual, con base en pequeñas desviaciones de pésima calidad y retenciones constantes al flujo, para que las máquinas operaran.

Encima, dada la pésima señalización y el gran desorden, el número de accidentes aumentó sobremanera. Me imagino que ya se tiene contemplado para el remoto día en que la dichosa ampliación se concluya, al menos un monumento a los mártires que dejaron su vida en dicho camino por obra y gracia de la incompetencia, cuando no prepotencia, de los constructores. Sus decesos no habrán tenido nada que ver con los empeños de la Iglesia Católica para hacerse valer, como fue el caso de los "mártires cristeros", pero serán obviamente atribuidos también al Gobierno.

Pero el caso es que el tiempo pasa y tal obra no se termina, mientras que las molestias y los riesgos para los que van y vienen siguen siendo mayores. ¡Han pasado cuatro años! Si la famosa Carretera Panamericana que se hizo durante el sexenio de Miguel Alemán (1946-1952) se hubiera trabajado...

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