José María Muriá/ La gran triquiñuela vallartense

AutorJosé María Muriá

El corolario de esta desastrosa administración municipal de Puerto Vallarta, que terminará con el milenio, ha sido la forma tan peculiar en que se llevaron a cabo las últimas elecciones para su presidente, que, a la postre, constituyen un airado mentís al triunfalismo manifestado por el señor Gobernador respecto a la calidad de todo el proceso electoral jalisciense.

Las cosas no iban mal para el hegemónico cacicazgo de reciente entronización en el bello puerto. Uno de los adláteres de Fernando González Corona, también vendedor de cemento como el primer munícipe actual, encabezaba la planilla del PAN, en contra de la voluntad y deseos de los panistas tradicionales, quienes, desde hace un sexenio, perdieron el control local de su partido, tal como ocurrió en casi todo el estado. Pero hete aquí que el candidato Rodolfo Domínguez muere un mes y medio antes de las elecciones y comienza la "samfrancia".

Primero hacen que la viuda, haciendo gala de su dolor, reclame el derecho de sucesión, según los precedentes peronistas en Argentina, y aquinistas en Filipinas. Sin embargo, los panistas tradicionales logran sacudirse la tutela de González Corona e imponen a uno de los suyos para que sea el candidato del PAN a la Alcaldía: Pedro Ruiz Higuera, un cachorro del prestigiado notario que fundó el PAN en Puerto Vallarta. Se trata de una suerte de Efraín González Luna de la localidad. Se dice que el muchacho es un tanto parrandero, pero pertenece a una buena estirpe.

Sólo que los neopanistas, coludidos con el Consejo Electoral del municipio, que es también de la misma filiación, resultaron tan o más mañosos que los viejos priístas: le tienden una trampa a Ruiz Higuera, que es el nuevo candidato, de la que no se sabe cómo saldrá. A pesar de las solicitudes por escrito que oportunamente presentó el PRI -según se ha exhibido-, no se vuelven a imprimir ni se corrigen las papeletas que contienen el nombre de Domínguez. Había tiempo más que suficiente, pero se argumentó que era un gasto innecesario. Es cierto lo que dijo el...

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