José Luis Cuéllar Garza / La sombra de 1910

AutorJosé Luis Cuéllar Garza

Para Marco A. Bernal Gutiérrez.

Aunque el 20 de noviembre de 1910 y Francisco I. Madero son los hitos oficiales del inicio de la Revolución Mexicana, ni tal fecha (fijada en el Plan de San Luis para la gran eclosión revolucionaria, pero no cumplida), ni dicho personaje (de una candidez política capaz de incubar la felonía de Huerta y la muerte infame de su hermano Gustavo), son clave en la suerte del complejo proceso histórico que transformó la Nación semifeudal, liberal e incipientemente capitalista que forjó el Porfiriato, en el Estado corporativo, estatista y autoritario de la institucionalidad premoderna del Siglo 20 y su actual sucedáneo.

Más que el antirreeleccionismo -de escasos vuelos ideológicos y vagos compromisos programáticos-, fueron los sindicalistas precursores y los liberales radicales (sacrificados en Cananea, Río Blanco y Puebla), los propios reyistas (que impulsaron en sus regiones de influencia un adelantado programa de reformas al seno del porfirismo) y desde luego villistas y zapatistas, quienes confluyeron en el genio constitucionalista de Venustiano Carranza para dar forma a esa Carta Magna -mitad juarista, mitad revolucionaria- que, 400 veces reformada, sigue normando dificultosamente la vida social, política y económica de México.

Es cierto que la Constitución de 1917 distó mucho de ser la síntesis feliz de una serie de guerras civiles variopintas, en un orden jurídico realmente capaz de reconstruir un Estado moderno y soberano, una sociedad democrática e igualitaria y una economía equitativa y competitiva.

Fue necesaria la obra portentosa de forja institucional (Banco de México, Nacional Financiera, Banrural), reformismo político (capaz de absorber o cooptar, igual al vasconcelismo que al lombardismo), reparto agrario y estadismo internacional (incluido el armisticio que cimentó el modus vivendi con la Iglesia), desplegada sucesivamente por Álvaro Obregón, Plutarco Elías Calles y Lázaro Cárdenas, para poner al País en condiciones de aprovechar mínimamente la coyuntura de la Segunda Guerra Mundial para crecer aceptablemente.

La revolución institucionalizada (cristalizada en un sistema de partido político hegemónico, con una izquierda proscrita y una...

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