José Woldenberg / 'Palabras mágicas'

AutorJosé Woldenberg

Un ensayo personal y dolido sobre la forma en que la esperanza fue defraudada. Así podría definirse la película de Mercedes Moncada, Palabras mágicas; para romper el encantamiento; documental sobre las promesas que desató el triunfo de la revolución sandinista y la triste desembocadura de la misma.

Aquel 19 de julio de 1979 está en la memoria de muchos nicaragüenses (y no solo de ellos). La derrota de la dictadura familiar de los Somoza que se alargó de 1934 hasta esa fecha fue recibida con optimismo no solamente en aquel país sino en el resto de América Latina. Unos milicianos jóvenes entraron a Managua y desencadenaron el júbilo de la población. Grandes concentraciones, banderas rojinegras ondeantes, música, bailes, retórica, pero sobre todo monumentales ilusiones envolvían el ambiente. Era el día cero, dice Mercedes Moncada. El punto de partida del "hombre nuevo".

Su testimonio es un ir y venir a partir de esa fecha. Con imágenes de archivo y las más filmadas por ella, en tono documental pero incluyendo sosegadas o perturbadoras escenas ¿surrealistas o hiperrealistas?, recuperando testimonios pero sobre todo con un texto personal (ísimo), Moncada cuenta una historia trágica, circular, desencantada. Una gesta transformada en un nuevo gobierno abusivo, patrimonialista, gangsteril.

El último no es un adjetivo al azar. La larga secuencia en la cual un grupo de jóvenes lumpen se ufana de sus "hazañas" resulta no solo elocuente sino desconsoladora. "Cuando los liberales iban a hacer sus cosas, los sandinistas venían y nos armaban para que les metiéramos la bronca", dice uno de ellos con esa arrogancia producto de un machismo elemental (¿hay de otro?), una cultura de la violencia bien enraizada y la convicción de que serán impunes. Les prometen que "los van a sacar si caen presos". "Ellos son la fuerza del Estado", dice sonriendo y satisfecho un chavo.

La relación de Moncada con Nicaragua no es solo racional. La película deja ver una pasión contenida, una tensión de amor y odio de quien sabe que jamás podrá escapar de ese laberinto bipolar que es el país centroamericano. "Su fuerza de gravedad" es irresistible, inescapable y ella sabe o intuye que así será y seguirá siendo: "este país no me va a soltar". Quizá ese resorte es el que hace que la película resulte querible. No un manifiesto, no una diatriba, sino una narración desencantada producto de una fe que se ha evaporado.

Tres claves creo encontrar en la película para ese desengaño: la...

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