José Luis Lezama / Envejecer

AutorJosé Luis Lezama

Las pruebas de la muerte son estadísticas y nadie hay que no corra el albur de ser el primer inmortal.

Borges

No parece caber duda, las cifras de las Naciones Unidas no permiten equívocos, es un fenómeno irreversible, profundo, duradero y de dimensión planetaria: estamos adentrándonos en un periodo de envejecimiento de la población mundial que no tiene precedente y que no tiene marcha atrás. Esto que desde el punto de vista de la especie humana pudiera parecer una tendencia autoaniquilante, para el resto de los seres de la creación pudiera ser considerado como una manera de restituir los equilibrios naturales, sobre todo si se llega a una estabilización de la todavía creciente población humana, una de las más depredadoras de cuantas comparten este limitado y exhausto planeta. Al despuntar el siglo XXI 600 millones de personas tenían 60 años o más de edad. Al promediar el presente siglo habrá 2 mil millones en esta situación.

El envejecimiento de la población humana no es un fenómeno aislado. Tampoco es producto de la generación espontánea. Nace de la llamada transición demográfica. La cual a su vez resulta de una combinación de fenómenos poblacionales, sociales, científicos y tecnológicos que combina la reducción de la mortalidad, de la fecundidad, los avances científicos y tecnológicos, el mercado, la democracia y el poder. Supone, por supuesto, las diferencias que derivan de la clase, el status y la desigualdad.

Por ello no es lo mismo envejecer en una clase social que en otra, como tampoco es lo mismo llegar a viejo en el mundo desarrollado y en el no desarrollado. En el desarrollado las instituciones sociales se muestran con mayor capacidad para responder a este cambio experimentado por la población mundial. En el no desarrollado aún es un dilema saber cómo se le hará para enfrentar el desempleo, la seguridad social y el sistema de pensiones asociados a este fenómeno.

El hecho de que la población, en promedio, pueda vivir más, no cancela otro fenómeno que aunque relacionado es distinto. Éste es el de la búsqueda de la longevidad, la cual se expresa como una voluntad de perpetuidad. Todas las especies participan de esta necesidad de permanencia al tratar de tener el mayor número de vástagos posible. En los hechos a nivel de especie el sueño de la inmortalidad pareciera posible por medio de la actividad celular que produce espermas y óvulos mediante la cual cada nuevo ser que nace inicia con una edad cero, sin heredar el tiempo y la edad...

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