Jorge Volpi / La victoria
| Autor | Jorge Volpi |
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La victoria de López Obrador el 1o. de julio no deja lugar a dudas: México ansiaba un cambio. Hay que ser precavido con los deseos cumplidos.
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La Presidencia, las Cámaras, la mayoría de los congresos locales, la Ciudad de México. Desde la época de la hegemonía del PRI, nadie había concentrado tanto poder. Ni tanta responsabilidad.
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El voto del descontento y la rabia ha dado cabida al de la esperanza en el futuro. Después del 1o. de diciembre, volverá el presente.
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Unas elecciones con más de cien muertos: un país deshecho, por más que los candidatos fingiesen competir en un país normal.
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Ni Meade ni Anaya resultaron competitivos. Doble simulación: el del statu quo fingiendo honestidad (PRI) o modernidad (PAN).
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En 2012, México le concedió al PRI su última oportunidad. Se inmoló con su corrupción congénita.
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¿Qué quedará del PRI en la era de la democracia? La memoria de un fracaso colosal.
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Aún debemos asimilarlo: tras casi noventa años de convivir con el PRI, al fin nos hemos librado de él.
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Ya no hay PRI, sino priismo: su virus invade ya al PAN y a Morena.
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El despropósito del Frente: Anaya apenas obtuvo el voto tradicional de la derecha y provocó la extinción del PRD.
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Además de la embestida del gobierno, a Anaya lo vencieron su inexperiencia y su hubris: la mezcla lo transformó en el más antipático de los candidatos.
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El PAN necesita reinventarse con alguien como Miguel Márquez, el gobernador de Guanajuato: ni calderonista ni anayista, en el único estado que se mantuvo fiel a su partido.
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El PES será un lastre para Morena. Ningún alivio que haya perdido el registro.
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La rápida reacción de Meade al reconocer el triunfo de AMLO lo honra. El reverso de Anaya: prefirió ser fiel a su jefe que ganar la elección.
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Otra derrota que celebrar: la de Mikel Arriola y el experimento ultraderechista del PRI. Que no se repita jamás.
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Dos estrategias caducas: el voto útil y el llamado al voto diferenciado. Los ciudadanos ansiaban un cambio drástico y eso solo se consigue con el control de las Cámaras.
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El comportamiento de AMLO desde su victoria ha sido casi intachable, muy lejos del Mesías Tropical.
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Las lágrimas de Meade y Peña Nieto tienen su contraparte en el pasmo de los comentaristas la noche de la elección.
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AMLO requiere, por supuesto, de críticas y contrapesos: ojalá provengan de nuevos actores. El país también necesita refrescar su discusión pública.
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En el pasado AMLO ha demostrado su intolerancia: veremos su...
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