Jorge Volpi / Todos somos Trump

AutorJorge Volpi

No han pasado ni cinco minutos -acaso ni tres- desde la última vez que entré a mirar y ya me corroe el ansia. Necesito volver allí, víctima de un raudo síndrome de abstinencia. Necesito volver a espiar a los otros, reírme de sus chistes y sus insultos, sumarme a sus bravuconadas y sus descalificaciones, sentirme parte de un grupo aunque no conozca a sus demás miembros, incorporarme por un segundo a ese bando que parece tener siempre la razón -o ser más fuerte, más audaz, más violento que los otros-, imaginarme menos solo o menos débil, repetir como perico sus frases más lacerantes e ingeniosas, descargar mi frustración o mi rabia o mi apatía, averiguar a cada instante lo que mis socios y mis enemigos -a quienes también desconozco- dicen de mí, exaltarme si me festejan o reiteran mis improperios, deprimirme si me machacan o, peor, si me ignoran, y rezar para que, en un golpe de fortuna, un famoso me siga o me promueva y alcance la evanescente celebridad en esta orgía de voces.

Igual que Trump, en Twitter me transformo en un adolescente caprichoso, voluble, inseguro, irascible, irrefrenable. Es algo superior a mis fuerzas. A las fuerzas o la inteligencia de cualquiera. Imagino que, si se pudiese fijar la inteligencia mental que prevalece en esta red social, rondaría los 12 o 13 años. Esa edad en la que, presa de la inseguridad y las hormonas, las minucias nos afectan como catástrofes cósmicas, nuestra sensibilidad se derrama entre el llanto y el alarido, somos incapaces de decir lo que pensamos y nos acomodamos a lo que creemos que los demás quieren oír de nosotros, nos escondemos en la masa -o en una cuenta anónima- para atrevernos a hablar en público, estamos más atentos que nunca a las miradas ajenas, alternamos la vergüenza y la impudicia y, a la postre, nunca podemos ser nosotros mismos.

Un gigantesco salón de escuela. Esa institución que, ya lo recordaba Foucault, tanto se parece a la cárcel o el manicomio. Ese ámbito, casi desprovisto de frenos -los maestros y los padres apenas se enteran de nada-, en el que impera la ley de la selva. Ese mundo que la nueva serie de Netflix, 13 razones para..., tan bien ejemplifica: un infierno en miniatura. En esta secundaria o preparatoria global, todos quedamos fijados en las mismas categorías que tanto daño nos...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR