Jorge Volpi / Showman

AutorJorge Volpi

Llevamos tantos años viviendo en la sociedad del espectáculo que a nadie sorprende ya que sean los comediantes y los showmen quienes más posibilidades tienen de triunfar -y salirse con la suya- en nuestra época. Desde mediados del siglo XX, construimos un mundo en el cual se privilegia la forma sobre el fondo, el decorado sobre la trama, los efectos especiales sobre los contenidos, el éxito sobre la profundidad y, sobre todo, el impacto sobre la veracidad. Un universo poblado de actores y actrices, disfrazados de políticos, que representan sus papeles con absoluta convicción aunque siempre sepamos que detrás de sus máscaras se ocultan solo otras máscaras y que la autenticidad -las convicciones- no existe.

Si este modelo comenzó ya a funcionar y perfeccionarse desde la Guerra Fría, las caídas del Muro de Berlín y de la Unión Soviética, con la consecuente imposición de una sola ideología, el neoliberalismo, en todo el orbe -con las excepciones de Cuba y Corea del Norte-, contribuyeron a que éste se radicalizara de maneras impredecibles. De pronto, la idea de que había que reducir el Estado al máximo, desregulando todos los sectores posibles, eliminó cualquier coto a la espectacularidad convertida en único modo de comportamiento público. Si se asumía que no debía haber freno alguno a las pulsiones individuales, el ansia de fama y reconocimiento se convirtió en nuestro único pulso moral.

Y, cuando los mass media de los sesenta se transformaron en la omnipresencia mediática de hoy, donde cada uno de nosotros carga en esa computadora personal que seguimos llamando teléfono celular la posibilidad de obtener información de miles de canales y redes sociales, la sociedad del espectáculo se introdujo de manera natural en nuestros bolsillos y en nuestras mentes, convirtiéndonos en público permanente -somos incapaces de desenchufarnos- en el inmenso estudio en que se ha convertido el planeta. No deja de resultar paradójico, pues, que la aparente expansión de la libertad haya dado paso a esta forma de encierro: cada uno creyéndose conectado y al mismo tiempo aislado de su entorno.

En este escenario, todos los comportamientos tradicionales empezaron a dejar de tener relevancia y, sobre todo, los antiguos modos de hacer política. Discursos...

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