Jorge Volpi / Salvajes

AutorJorge Volpi

En "Euphoria" (2014), la fascinante novela de Lily King, el relato de un singular triángulo amoroso situado en Nueva Guinea durante la edad de oro de la antropología, sus protagonistas, libremente basados en las figuras de Margaret Mead, Reo Fortune y Gregory Bateson, no tardan en constatar, mientras estudian los comportamientos de las distintas tribus de la zona, que en muchos sentidos ellos mismos, expertos que enarbolan los valores de la civilización occidental, son mucho más salvajes que sus objetos de estudio.

Bastaría abrir hoy las páginas de cualquier diario, sentarnos frente a un noticiero televisivo o permitir que nuestro teléfono inteligente nos informe en directo sobre el estado del mundo -o de nuestro país-, para consentir que, en efecto, seguimos siendo más salvajes que las tribus "primitivas" que aún pueblan los apartados confines de nuestro planeta. Pese a nuestra decimonónica confianza en el progreso, tanto nuestro sistema de creencias como nuestras conductas sociales mantienen unos niveles de barbarie propios de nuestros antepasados cavernícolas.

Para empezar, en pleno siglo 21 un altísimo porcentaje de la población continúa creyendo que sus vidas se hallan sometidas a los caprichos de dioses -o de un dios con distintas caras-, con los cuales intentan comunicarse y por los cuales están dispuestos a realizar diversos sacrificios (por fortuna, menos sangrientos que en la antigüedad). Millones continúan confiando ciegamente en toda suerte de mitos y leyendas -o en la palabra divina dictada a unos cuantos elegidos- y descreen de la ciencia y la razón al grado de negar principios tan sólidos como la evolución o la selección natural.

Lo peor, sin embargo, es que en medio de este sistema simbólico que apenas se diferencia del que predominaba en la Edad Media, nos mantenemos divididos en tribus o clanes, convencidos de que somos diferentes los unos de los otros. Los nacionalismos o el integrismo que domina en amplios sectores del cristianismo, el judaísmo, el Islam y el hinduismo no son sino resabios de esa convicción primitiva, la de que sólo unos poseemos la verdad y por ello somos mejores que nuestros vecinos. Hoy día, la mayor parte de los conflictos mundiales y regionales -y las miles de muertes causadas por ellos- se originan en la religión o en las fronteras nacionales.

Por si fuera poco, la "civilización" apenas ha disminuido los niveles de violencia de que somos capaces. Por más que nos consolemos pensando que...

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