Jorge Volpi / El rey zanahoria

AutorJorge Volpi

¿Cómo pudo ocurrir algo así? Si uno hojea los diarios estadounidenses o escucha el sinfín de tertulias televisivas donde se comentan las primarias, esta pregunta se repite una y otra vez en voz de comentaristas liberales y conservadores, demócratas y republicanos. ¿Cómo es posible que en Estados Unidos, que se jacta de ser la democracia más sólida y antigua del orbe, un sujeto como Donald Trump se haya convertido en el candidato a la Presidencia del Grand Old Party, el "partido de Lincoln"? Como en el ascenso de todos los demagogos (sería buen momento de dejar de llamarlos populistas), la sorpresa debe ser tomada con reservas.

Los signos estaban allí, sólo que la mayoría o al menos la mayoría de los miembros del establishment no quisieron verlos. Si el elegido por las bases republicanas carece de toda experiencia política o de una ideología reconocible fuera de su ansia de poder -por no repetir las críticas a su estilo zafio y vulgar-, se debe justo a ese establishment que hoy se rasga las vestiduras y se muestra asombrado ante su ascenso. Los culpables de esta vergüenza nacional -que podría traducirse en una amenaza global- son la clase política republicana y sus aliados en los medios.

La teoría política afirma que las épocas de zozobra económica y política son propicias para que figuras dotadas con una retórica expansiva, un don para manipular a las masas y una imagen de rebeldes o outsiders recojan la ansiedad de amplios sectores de la población, se asuman como sus paladines y asalten el poder como si fueran sus salvadores. Ocurrió en la Italia de los años veinte y la Alemania de los treinta del siglo pasado y, más cerca de nosotros, en Ecuador o Venezuela. Lo extravagante aquí es que, si bien no se atrevió a reformar drásticamente el sistema, Barack Obama consiguió estabilizar la economía y revertir un poco la desigualdad acentuada en decenios de gobiernos neoliberales.

Haciéndose eco de la polémica frase de Aznar, Obama podría decir: "Estados Unidos va bien". Todos los indicadores lo confirman. ¿Y entonces por qué hay millones de desencantados? ¿Por qué se sienten tan abatidos, tan traicionados o tan desalentados ante el futuro como para entregarle el gobierno a Trump? La respuesta está otra vez en los políticos republicanos y sus medios afiliados que, a lo largo de estos años -y ya desde las épocas de Clinton-, no han hecho sino difundir una imagen del país que no se corresponde con los hechos. Anclados en su odio a la...

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