Jorge Volpi / Misterioso asesinato en Chongqing

AutorJorge Volpi

Vestida con una chaqueta negra y una camisa blanca, que contrastan con su esmerada elegancia de épocas mejores, Gu Kailai comparece ante el tribunal de Hefei con un rostro inexpugnable. Tras oír los testimonios en su contra -se le acusa de envenenar a Neil Heywood, su socio y, según otras fuentes, amante-, la Jackie Kennedy china, como la llaman los tabloides, acepta sin parpadear todos los cargos. Amparándose en su confesión, los jueces apenas tardan en dictarle una condena a muerte suspendida, lo que equivale a un término de entre 14 años de cárcel y cadena perpetua. Al escuchar el veredicto, Kailai no sonríe pero su rictus se relaja. Según las últimas filtraciones, será trasladada a Quincheng, una prisión de lujo construida para albergar a viejos funcionarios imperiales, políticos nacionalistas y criminales de guerra japoneses -y donde su suegro, Bo Yibo, pasó una temporada durante la Revolución Cultural antes de ser rehabilitado por Deng Xiaoping como uno de los "ocho sabios" del Partido Comunista Chino (PCCh).

El juicio, celebrado a toda velocidad en una corte celosamente resguardada -a la cual la prensa extranjera no tuvo acceso-, no sólo representa el mayor escándalo que haya sacudido al gigante asiático en las últimas décadas, sino la metáfora de un sistema diseñado para ocultar las fuerzas en pugna en el interior de su elusiva y enigmática (al menos a ojos occidentales) clase política. Porque, si bien los jueces condenaron en solitario a la impertérrita Kailai y el nombre de su marido no fue pronunciado en las audiencias, el auténtico destinatario del proceso ha sido Bo Xilai, hasta hace poco popular líder de la rica provincia de Chongqing. Para todos los improvisados sinólogos del planeta, tan abundantes como los kremlinólogos de la Guerra Fría, el espectáculo no ha tenido otro objetivo que apartar a este último del poder cuando se disponía a convertirse en miembro del Comité Permanente del Politburó, el máximo órgano del PCCh.

La trama parece surgida de una mezcla entre Chinatown y El complot mongol. Según la versión oficial, Gu Kailai no sólo era una abogada exitosa y rica, sino una mujer aquejada por drásticos cambios de humor y una "leve" esquizofrenia. Años atrás, ella y su esposo habían conocido a Heywood, quien llevaba varios años en Pekín como intermediario entre empresas británicas y chinas -y a quien otros señalan como agente del M16. Las dos familias no tardaron en hacer migas económicas y sociales: Heywood fue...

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