Jorge Volpi / Días de ira

AutorJorge Volpi

Estamos todos enojados. Todos. Enfadados. Furiosos. En el México de la corrupción, el narco y la impunidad, y en los Estados Unidos de Trump, la posverdad y el odio a los migrantes. En la Europa meridional de la corrupción y la impunidad y, otra vez, el odio a los migrantes, y en la Europa del Este de la xenofobia y el neofascismo. En la Francia chauvinista y demagógica -la que perdió, sí, pero con 11 millones de votos- y en la Rusia putiniana, tan oligárquica como nostálgica. En ese Oriente Medio paralizado e infernal e incluso en Corea, Japón o China. En la África pobre, violenta y olvidada, y tal vez en Australia. Todos iracundos. Encabronados.

Las razones, ya barruntadas, lo justifican. Lo contrario sería, en cambio, lo insólito: ¿y cómo íbamos a estar entonces? Aquí y allá los motivos abundan, nada más natural que dejarse devorar por la rabia ante tantas calamidades, tantos abusos, tanta injusticia. Si antes la prensa, la radio y la televisión eran inagotables fuentes de estas malas noticias, ahora internet y las redes sociales nos las refriegan a cada instante, mil por hora. El mundo parece ir peor que nunca.

¿Qué experimentar, si no, frente a tanta mezquindad, tanta miseria, tanta maldad? Aquí, un político veracruzano se robó hasta las agujas; allá, un Presidente bravucón despidió al jefe del FBI porque osó investigarlo; acullá, un tiranuelo de opereta lanza misiles al mar jugando a la Tercera Guerra Mundial por puro aburrimiento. Mejor ni rascarle: aquí, el gobierno federal no deja de inyectar recursos en el Estado de México para no perder una elección; allá, Trump -sí, otra vez Trump- insiste con que paguemos su hermoso Muro; acullá, la Unión Europea expulsa a un millón de refugiados sirios. Y la cuenta sigue...

Para colmo, los rabiosos están en los dos bandos: igual de encabronados quienes temen o aborrecen a los migrantes -sea en Estados Unidos, Dinamarca o Hungría- y piensan que sus gobiernos no hacen lo suficiente para detenerlos, como quienes temen o aborrecen a los políticos de ultraderecha y sus acólitos que exigen la mano dura y las expulsiones. Tan enojados en la izquierda por los inexplicables triunfos de la derecha como en la derecha por los ataques constantes de la izquierda (que a últimas fechas no gana una...

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