Jorge Volpi / De cuerpos y libros

AutorJorge Volpi

México es un territorio sin ley. Un territorio donde no existe la justicia. Las estadísticas son contundentes, de modo que volveré a repetir los datos recogidos por México Evalúa hace unos meses: solo uno de cada diez delitos se denuncia y, de esos, solo en torno al 0.5 por ciento se resuelve. Si hablamos de homicidios, solo uno de cada diez encuentra una sentencia firme. Si recordamos las cifras de la guerra contra el narco, ello significa que solo 25 mil de los 250 mil homicidios perpetrados en estos trece años se han solucionado. O, a la inversa, que en 225 mil homicidios no ha habido justicia: nadie ha sido condenado por cometerlos y, por tanto, resulta imposible saber lo que ocurrió en cada uno de estos casos. Con los desaparecidos las cifras resultan aún más desoladoras, pues ni siquiera tenemos un recuento confiable de su número.

Si observamos otros delitos, los datos son igual de espeluznantes, en particular aquellos relacionados con la violencia de género. Siempre supimos que México era un país machista, pero en este México sin ley, en este México de la Edad de Plomo, las mujeres sufren una violencia sistémica que no cesa. El número de feminicidios no ha hecho sino aumentar en los últimos años y resulta casi imposible calcular cuántas mujeres han sido acosadas o violadas dado que muchas de ellas se resisten a denunciar a sabiendas del maltrato o la revictimización que habrán de sufrir en los Ministerios Públicos y, tomando en cuenta las estadísticas anteriores, de las mínimas posibilidades de que los perpetradores paguen por sus crímenes.

Tendríamos que detenernos a imaginar cuántas historias quedan allí, en el olvido, sepultadas en las mentes y en los cuerpos de tantas y tantas mujeres. Tendríamos que detenernos a evaluar cuánto dolor y cuánto miedo se acumula en ellas y en todas las demás mujeres que, por el solo hecho de salir a la calle, arriesgan sus vidas y sus cuerpos, para entender la magnitud de su frustración y su rabia. Una rabia que debería ser compartida por todos, hombres y mujeres: la rabia frente a un sistema que no ha sido capaz de crear una justicia independiente y confiable, la rabia frente a un sistema que, en su ineficacia y corrupción, protege sin falta a los delincuentes.

La marcha convocada el...

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