Jorge Volpi / En la calle

AutorJorge Volpi

Tendríamos 6 o 7 años cuando nos conocimos: la misma edad de muchos de los niños que, desde hace 23 años, José Ángel Fernández Uría ha contribuido a rescatar gracias a la acción de su criatura más preciada: la Fundación Pro Niños de la Calle. Aún estudiábamos la licenciatura en Derecho en la UNAM cuando decidió invertir buena parte de sus energías -mucho antes de convertirse en notario- en los niños y adolescentes que vivían en las calles, los túneles, los basureros, las alcantarillas y los sótanos de la Ciudad de México. No eran buenos tiempos para la solidaridad y la cooperación.

Desde que el socialismo cayó en el más hondo descrédito tras la caída del Muro de Berlín -las atrocidades cometidas en su nombre resultan inauditas-, un individualismo extremo, amparado en la ideología neoliberal, comenzó a desautorizar cualquier iniciativa que tuviera un tufo social o colectivo. En el centro de esta lógica se hallaba la perversa interpretación de la "mano invisible" de Adam Smith: la idea de que todo nuestro actuar en sociedad se basa en el egoísmo y que ese egoísmo no sólo es saludable, sino bueno. Quien se enriquece, afirmaba el nuevo dogma, obra en pos de los otros, pues tarde o temprano su riqueza terminará filtrándose hasta los más pobres y desprotegidos.

De ahí la necesidad paralela de desmantelar los estados de bienestar que durante décadas equilibraron la libertad de los mercados con la redistribución estatal, empeñados en salir victoriosos en la comparación con los regímenes comunistas. Desde que Reagan y Thatcher se presentaron como vencedores de la Guerra Fría, exportaron la idea de que el Estado es siempre pernicioso, sus regulaciones absurdas, su burocracia extrema y su acción económica perniciosa. En esta doble pinza, durante el último cuarto de siglo se redujo al mínimo la acción social del Estado a la par que se loaba el individualismo extremo: una combinación cuya consecuencia principal ha sido el pavoroso aumento de la desigualdad y la falta de una política continuada para atender a los desfavorecidos.

Quizás ésta sea la razón de que México sea uno de los países con menor número de iniciativas ciudadanas altruistas. Tal vez seguimos pensando que esa labor corresponde a un Estado cada vez más erosionado o a la Iglesia...

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