Jorge Volpi / La bella y la bestia

AutorJorge Volpi

Se nos hizo creer que era la historia perfecta: el romance entre la hermosa, inquieta y temperamental estrella de telenovelas -y, no había que olvidarlo, de La reina del sur- y el brutal, implacable y rústico capo del narco. En esta versión, urdida por los mismos guionistas que crearon el caso Cassez o el falso rescate de Frida Sofía, Kate del Castillo debía lucir como la ingenua heroína que se deja llevar por sus banales ansias de justicia y termina atrapada en las redes del Chapo, el perverso asesino que la utiliza para justificar su sangriento negocio. En esta narrativa, que tan bien sirve a los intereses del gobierno mexicano, al final todos eran culpables: la actriz, por darle voz al criminal; el criminal, por obvias razones; y Sean Penn, que en este relato apenas figura como tercero en discordia, por revelar el encuentro clandestino en las montañas de Sinaloa.

La moraleja que la PGR buscaba transmitirnos era la que la abuela le adelanta a Caperucita Roja: si te desvías del recto camino, el lobo terminará por devorarte. De otro modo, la curiosidad mató al gato. Una prevención tan burda como artificial, pero que se hizo cumplir con toda la fuerza del Estado. Por su atrevimiento, Del Castillo y Penn no solo fueron cubiertos de insultos y ridiculizados en las redes -ella, por sus banales mensajes de Twitter; él por sus tontas preguntas-, sino que ella fue auténticamente perseguida por la justicia mexicana -aunque "justicia mexicana" sea un oxímoron-, acusada de lavado de dinero sin pruebas.

Millones se dejaron atrapar por este relato maniqueo y pueril cuya función pública consistía en advertirnos sobre los peligros de acercarse a un fugitivo de la ley. Éste, por su parte, también recibió su merecido: su debilidad por Kate -indicó la procuradora- fue lo que lo llevó de vuelta a la cárcel. La PGR no pareció reparar en que, al empeñarse en desmontar el mito del delincuente todopoderoso, convirtiéndolo de pronto en un torpe adolescente enamorado de su ídolo, las simpatías hacia El Chapo no hicieron sino incrementarse todavía más.

Atrapados bajo esta cortina de humo, pocos pudimos darnos cuenta de que detrás de este folletín político había otra historia, en el fondo mucho más sutil y humana. No el...

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