Jorge Volpi / Bananera

AutorJorge Volpi

Para uno, que siempre ha vivido en el Tercer Mundo, esta desvencijada región del planeta donde la historia ha sido un sobresalto, la institucionalidad continúa siendo una quimera y la democracia un parche que se esmera en resolver lo irresoluble, un territorio donde las leyes forman una maraña imposible que jamás se cumple y la justicia brilla por su ausencia, no deja de resultar fascinante -y desconcertante- el espectáculo ocurrido estos días al norte de nuestra frontera, y no me refiero al Super Bowl, sino al Show del Impeachment, el esperpéntico juicio contra el presidente de Estados Unidos que se resolvió en su esperada pero no menos lamentable absolución.

Para uno, que siempre ha vivido en América Latina, esta región de caudillos y tiranos, donde la voluntad dictatorial o presidencial se ha impuesto casi siempre sobre los demás poderes, donde una de las vertientes más ricas de nuestra literatura se dedicó a retratar, criticar y ridiculizar a nuestros déspotas y donde ellos han podido pisotear a sus rivales a su antojo valiéndose de todos los recursos del Estado, no deja de parecer inverosímil -e inquietante- mirar hacia el norte y observar cómo la nación que se vende al mundo como ejemplo y desde hace siglos nos mira arrogantemente por el hombro, esté ahora gobernada por otro personaje de novela capaz de subvertir todas las convenciones democráticas, mentir a mansalva y manchar su investidura.

Uno, que ha vivido en México, donde la impunidad es la regla diaria, no puede dejar de asombrarse -y paralizarse- al constatar que Estados Unidos, ese país que tanto odiamos y tanto admiramos, se haya convertido en una República Bananera. La absolución de Donald Trump de los cargos de abuso de poder y obstrucción al Congreso, en un juicio en el que se impidió la comparecencia de testigos y en donde los senadores republicanos desestimaron todas las pruebas como si no hubieran existido, luce desde este lado de la frontera como una burda copia de los juicios que prevalecen entre nosotros.

Los hechos, si es que todavía podemos recurrir a los hechos, son contundentes: el presidente de Estados Unidos se valió de su encargo para presionar a otra nación, en este caso la vulnerable Ucrania, para que su gobierno investigase los negocios...

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