Jorge Suárez-Vélez / El Presidente teflón

AutorJorge Suárez-Vélez

La encuesta del domingo, en este diario, refleja un leve ascenso en la aceptación del Presidente, a pesar del tangible deterioro en materia económica, de seguridad, salud, corrupción, educación, transparencia, empleo y política internacional. Además de la alta inflación, de hechura extranjera, éste será el peor sexenio en términos de crecimiento económico en la historia moderna. Incluso el aumento en el salario mínimo, que parecería positivo, provocó más informalidad y una caída en el ingreso medio de los mexicanos.

Podemos rompernos la cabeza buscando motivos por los que no le hacen mella a la popularidad presidencial el tráfico de influencias de sus hijos, la flagrante corrupción de hermanos, parientes y colaboradores cercanos, o la escasez de medicamentos y el deterioro en servicios de salud. Pero también tenemos la culpa quienes no hemos presentado una narrativa alternativa.

En este espacio he sido muy crítico de las cúpulas empresariales. Lo sigo siendo. Alrededor del debate por la contrarreforma eléctrica, sugerí que éstas patrocinaran una campaña de publicidad paralela a la de la CFE que engañaba con el lema "La electricidad era tuya, te la vamos a devolver". Mi propuesta era explicarle al público las implicaciones de los cambios propuestos. No se trataba de confrontar, sólo de introducir datos reales al debate. ¿Cómo puede "bajar el recibo de la luz", si el costo de generar electricidad se multiplicaría varias veces? Me respondieron que era mejor cabildear discretamente, lo cual se hizo. La contrarreforma, en efecto, se detuvo, pero se obtuvo una victoria pírrica, porque en el imaginario colectivo ésta le convenía al pueblo. Detenerla equivale a que, una vez más, la "mafia del poder" imponga su voluntad, a costa de quienes menos tienen. En las encuestas, hoy la mayoría -por mucho- cree que ese cambio a la ley era positivo.

Al menos en parte, la resiliencia en la popularidad del Presidente se debe a que no ha habido un esfuerzo organizado -y bien fondeado- para proponer otra narrativa: datos y verdad para minar el alcance de la mentira como táctica cotidiana. La narrativa oficial se adueñó de la televisión abierta, y de redes sociales en las que ha habido un esfuerzo deliberado y bien financiado para arraigar conceptos desde "no podemos estar...

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