Jorge Ramos Ávalos / El vestido de Clara

AutorJorge Ramos Ávalos

Lo primero que me llamó la atención de Clara Rojas fue su vestido. Ella se veía muy a gusto en él: de cuadros rojos y cafés, holgado y por debajo de la rodilla. Pensé que se lo acababa de comprar. Después de todo, Clara había pasado casi seis años secuestrada por las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y disfrutaba sus primeras semanas de libertad. Pero supuse mal.

"Hay cositas en el armario y este vestido en particular le tenía especial aprecio desde hace tiempo", me dijo. "Me lo había regalado alguien que aprecio mucho... y eso es también parte de sentirse seguro mientras uno está en un proceso de cambio. Es como volver otra vez a las cosas que uno tenía".

Y lo que tenía Clara, además de ese vestido, era la esperanza de convertirse en vicepresidenta de Colombia. Pero fue secuestrada por las FARC, junto con la ex candidata presidencial, Ingrid Betancourt, en febrero del 2002.

"¿En qué momento te diste cuenta que eso era para largo, que era un secuestro que no iba a resolverse en días o en semanas?", le pregunté.

"Cuando nos dicen: '¿cuál es la talla de sus zapatos? Les vamos a traer una ropa'... es un decantar que, efectivamente, nos quieren tener ahí un tiempo", respondió.

Durante su primer mes de captura, Clara e Ingrid trataron de escapar. Pero se perdieron durante unos cuatro días en la selva. "No hay para dónde coger por más que tú mires al sol", recordó, "para mí no era fácil poder orientarme con el sol, por la espesura de los árboles".

Finalmente, las recapturaron y las castigaron. "Nos amarran a los pies contra un árbol", recuenta. Y luego les mataron, frente a sus ojos, un tigre y una serpiente. "O sea, nos amenazaron con matarnos".

El cautiverio, el aislamiento, las pésimas condiciones de vida y la desesperanza, lejos de hacerle dudar de sus creencias religiosas, las reforzaron. "Reafirmé mi fe", me dijo, "yo tengo conciencia de que mi situación personal es un milagro. El hecho de que yo haya podido salir libre, de que mi hijo esté vivo, para mí es una situación de milagros".

Se refiere a Emmanuel, quien está a punto de cumplir cuatro años y a quien dio a luz en la selva. El parto fue muy complicado y el niño sufrió una seria lesión en el brazo. Ante la deficiente salud del niño, los guerrilleros lo separaron de su madre y se lo dieron a un campesino que, a su vez, lo entregó al Instituto Colombiano de Bienestar Familiar donde lo curaron, cuidaron y alimentaron.

La prensa colombiana e internacional, en una...

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