Jorge Ramos Ávalos / El derrame y yo

AutorJorge Ramos Ávalos

Como la mayoría de los norteamericanos, no tengo nada que ver con el derrame petrolero en el Golfo de México. Sin embargo, tengo que confesar cierta culpabilidad en esta terrible tragedia ecológica.

La principal culpable de este desastre es, desde luego, la empresa British Petroleum. Nadie debe tener permiso de perforar un pozo si no sabe, antes, cómo taparlo. Y esto fue posible porque los reguladores e inspectores del Departamento del Interior han actuado como socios de las compañías petroleras.

No se trata, nada más, de un problema de corrupción o de incompetencia. Es también un problema filosófico. ¿Qué tanto se debe meter el gobierno en la regulación de las empresas privadas?

Más allá del debate mediático y académico, en el caso del derrame en el golfo la respuesta es clarísima: el gobierno de Barack Obama debió haberse metido mucho más en la aprobación y regulación de las perforaciones marítimas. No lo hizo y ahora estamos sufriendo las consecuencias.

La respuesta al desastre tampoco fue apropiada. Nadie quiere a un Presidente o a un líder desbordado en sus emociones. Pero durante muchas semanas el presidente Obama no actuó con el sentido de urgencia que esta emergencia ameritaba.

Lo más frustrante de todo es que el gobierno no estaba preparado para una crisis así y ha tenido que dejar la solución a la misma empresa que causó el problema. Es tan absurdo como pedirle que apague un incendio a la persona que lo provocó. Y para sorpresa de todos nosotros, no hay nadie en el gobierno que sepa tapar pozos en la mitad del océano.

Muy poco hemos aprendido desde el desastre del Exxon Valdez en Alaska en 1989.

Cada vez que aparece por televisión o en internet el video del chorro de petróleo derramándose en el fondo del mar, mi primer impulso es cambiar de canal o hacer un click a un asunto menos perturbador. Pero, haga lo que haga, el petróleo sigue derramándose. Y la culpa, en parte, es mía. Lo es.

Es inevitable concluir que el petróleo que estaban sacando del fondo del mar es para producir la gasolina que utiliza mi auto. Nuestro estilo de vida depende de ese petróleo. Y por eso todos somos responsables de ese accidente. Si consumes gasolina, no te puedes escapar de ese pecado colectivo.

Desde luego que he pensado en las alternativas. Podría ir en bicicleta al trabajo. Pero me tardaría...

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