Jorge Ramos / Cinco cambios

AutorJorge Ramos

El primer cambio es muy sencillo. El ganador debe ser el que tenga más votos. Punto. Aunque la nominación del Partido Demócrata a la Presidencia ya es de Barack Obama, la campaña de la senadora Hillary Clinton sigue insistiendo en que ella ganó el voto popular. Ellos contaron todos los votos de Puerto Rico, Guam y los 50 estados, incluyendo Florida y Michigan, donde el nombre de Obama ni siquiera apareció en las boletas electorales. Y válido o no, su conteo empaña la victoria de Obama.

Este no es un problema nuevo. En las elecciones presidenciales del 2000, Al Gore obtuvo más votos (50,999,897) que George Bush (50,456,002). Sin embargo, el ganador fue Bush. ¿Por qué?

Estados Unidos tiene un complicado y confuso sistema electoral -basado en delegados, asignados proporcionalmente según el voto popular- que funcionaba muy bien a finales del siglo 18 y principios del 19, pero que ahora ya no tiene mucho sentido. Los delegados de las colonias iban a caballo a Washington y ahí escogían al nuevo Presidente.

Eso ya no es necesario (aunque ante el retraso y mal servicio de las aerolíneas, el caballo es una alternativa interesante).

El segundo cambio es la manera en que se escogen los candidatos de cada partido. En la mayoría de los países de Europa y América Latina, los partidos políticos escogen a sus candidatos presidenciales en un solo día. Es más fácil, claro y muchísimo más barato. (Hillary Clinton, incluso, tuvo que poner al menos 11 millones de dólares de sus ahorros.)

En realidad, no es necesario arrastrar al país durante meses para ver quién será el candidato. Tuvieron que pasar 5 meses desde que Barack ganó en Iowa hasta que obtuvo los dos mil 118 delegados que necesitaba para ganar la nominación.

Es cierto que estos meses nos han servido para conocer mejor a los candidatos. Pero incluso si hubiera resistencia a que todos los estados votaran el mismo día por el candidato de cada partido o que el país se dividiera en solo 4 zonas de votación, el calendario debería reducirse considerablemente. No beneficia a nadie tener a los candidatos haciendo campaña dos años antes de la elección presidencial.

El tercer cambio es de sentido común. Todos los estados deben tener el mismo sistema electoral, las mismas boletas de votación y los votos deben ser tabulados por un organismo independiente.

Es increíble que en este país, con tantos recursos y tecnología, la forma en que votan los electores en la Florida sea distinta a la de Montana, que a su vez es...

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