Jorge Ramos Avalos / El fin de la censura

AutorJorge Ramos Avalos

En todos los países se censura. Pero hasta los gobiernos más represivos están siendo burlados por un aparatito que cabe en la bolsa del pantalón: el teléfono celular.

Algo huele a podrido en las pasadas elecciones presidenciales en Irán. A pesar de una enorme participación de opositores al gobierno iraní, el presidente Mahmoud Ahmadinejad fue declarado ganador horas después del cierre de las urnas. Es un misterio cómo pudieron contar más de 10 millones de votos de papel en tan poco tiempo. Es algo muy parecido al mayúsculo fraude electoral que se realizó en México en 1988. En todos lados hay dedazos.

Pero la gran diferencia está en la reacción de los iraníes. Armados de teléfonos celulares y con un gran conocimiento de la internet, cientos de miles de jóvenes y opositores iraníes han salido a las calles a protestar el resultado oficial de las elecciones. Y se lo han hecho saber al planeta a través de Twitter, Facebook y YouTube.

El gobierno iraní ha expulsado a periodistas extranjeros, controlado la información de los medios de comunicación nacionales, bloqueado la internet y limitado el uso de teléfonos celulares. Pero no ha podido evitar que las imágenes de las protestas den la vuelta al mundo. ¿Cómo?

Los jóvenes iraníes toman fotografías y videos de lo que está ocurriendo en su país en sus teléfonos celulares y luego los suben a una red clandestina de la internet. Esta red, según explicó Nicholas Kristof en su columna del New York Times, se llama Global Internet Freedom Consortium y fue creada por ingenieros chinos trabajando en Estados Unidos. Actualmente funciona en regímenes altamente represivos como los de Irán, China y Myanmar. Lo único que se necesita es bajar en la computadora un programa llamado Freegate. Ésta es una de las mejores armas contra la censura.

Todos los gobiernos censuran a la prensa de una manera u otra. O tratan.

En Cuba no hay prensa libre. Hacer periodismo independiente es un boleto para la cárcel. Los cubanos sólo tienen acceso a los sitios de internet que permite el gobierno. A menos que se trate de funcionarios castristas de alto nivel, sólo se puede entrar a la internet en cafés cibernéticos sumamente vigilados. Pero la bloguera...

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