Jorge Meléndez Barrón/ Lolita vs. Lolitas

AutorJorge Meléndez Barrón

El desarrollo de México ha ido al revés que el de Estados Unidos en varias cosas. El sistema fiscal es una: nosotros estamos considerando ahora opciones que caracterizaron el esquema norteamericano hace dos siglos, mientras que ellos no descartan adoptar hoy algunos elementos fiscales mexicanos.

Hace unos meses se difundió un artículo sobre la historia de las finanzas públicas norteamericanas. En él, John J. Wallis, profesor de la Universidad de Maryland, afirma que alrededor de 1800, en Estados Unidos los gobiernos estatales tomaron como su prioridad el fomento del desarrollo económico a través de la inversión en infraestructura y las innovaciones legales para la creación de bancos y grandes corporaciones.

Se basaron entonces en los impuestos a los activos para financiar la construcción de carreteras y canales de navegación, por ejemplo. Primero se endeudaban fuertemente y luego pagaban con los gravámenes a los activos e ingresos de las corporaciones beneficiadas, además de los peajes cobrados en las vías construidas. En el extremo, los estados llegaron a deber ocho veces lo que adeudaba el gobierno nacional.

Luego, a mediados del siglo pasado, crecieron los gobiernos municipales, que llevaron a cabo inversiones masivas en educación, sistemas de agua, drenaje, pavimento y otros servicios públicos. Al pasar 1900, los impuestos más importantes eran los de la propiedad inmobiliaria, establecidos incluso calle por calle: la recaudación municipal equivalía al total de lo captado por los estados y la federación juntos, y los municipios sumaban una deuda ocho veces superior que la de los gobiernos estatales.

La Gran Depresión y la época que le siguió provocaron que en términos fiscales se elevara la importancia del gobierno federal, con programas de inversión en obras públicas y subsidios a la agricultura pagados por la federación, pero administrados por los estados y municipios, y con importantes partidas para la defensa nacional y la seguridad social.

Los gravámenes que se volvieron importantes, por sus montos de recaudación, fueron los impuestos al ingreso y a las ventas. Así se mantiene el sistema norteamericano en la actualidad: el que pesa más es el gobierno nacional, en recaudación, gasto y endeudamiento.

Al concluir su trabajo, el profesor Wallis argumenta pues que, históricamente, mucho del rumbo que ha seguido el sistema fiscal norteamericano ha dependido de las prioridades que se fijen las autoridades. Los problemas a atender mediante...

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