Jorge Guajardo/ Levante la mano el triunfador

AutorJorge Guajardo

Como todo panista, el 2 de julio estuve de fiesta. La victoria me supo doblemente dulce porque durante gran parte de su existencia, el PAN conoció más bien la derrota (y el robo, el atropello y el fraude) en las urnas.

Por muchos años ganamos victorias morales, pero los días posteriores a una elección se dedicaban a impugnar casillas, a denunciar la maquinaria fraudulenta del PRI, a jugar el tan necesario papel de la Oposición.

El PAN ya dejó de ser Oposición. Ahora esa tarea le toca al PRI. Pero sospecho, como cualquier observador casual, que los priístas no saben qué hacer a la hora de perder el poder.

Su reacción es tan entendible -lo que son 71 años de falta de costumbre- como ridícula. Han decidido, simplemente, hacer lo que siempre han hecho: declarar la victoria.

Pocos días después de la elección, en la que el triunfo fue para el PAN, a nivel local, estatal y federal, me tomé unas vacaciones. Al regresar a mi casa revisé los periódicos acumulados y me sentí como Alicia en el País de las Maravillas.

Según más de una nota o columna política, en este y otros medios, ahora resulta que el que perdió en su triunfo fue el PAN y el que ganó en su derrota fue el PRI.

La victoria panista es calificada como "lejos de un referéndum aprobatorio"; se habla de "retrocesos" del PAN y de resultados "decorosos" del PRI; se reporta que ahora el PAN gobierna un menor porcentaje de la población del estado (72 en vez de 75 por ciento); que el PRI ganó terreno en comparación con 1997; "gana Acción Nacional, pero pierde"; "diputados locales panistas no podrán mayoritear reformas"...

Discúlpenme si parafraseo a un priísta, pero no nos hagamos bolas.

Es muy sencillo, tan sencillo que los priístas lo quieren pasar de largo: el PAN ganó mayoría y los otros partidos no. Conservar la mayoría no es un retroceso.

Si el electorado hubiera querido mandar un mensaje de rechazo al Gobierno panista, lo hubiera hecho rotundamente, como lo han hecho en elecciones intermedias los votantes en Chihuahua, Guanajuato, Baja California y Jalisco. En Nuevo León no lo hicieron.

Los triunfos electorales en una democracia son como los embarazos: no se puede tener un poquito la mayoría. Un partido y un candidato o gana o no gana. Si se ganó por un voto, se ganó, y si se perdió por un voto, se perdió.

¿Cómo se le dice a un Congreso en donde el PAN tiene uno o dos escaños más que los demás partidos? Se le dice Congreso panista y de eso se trata la nueva política electoral.

Hay que...

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