Jorge G. Castañeda / ¿A qué le tiran?

AutorJorge G. Castañeda

Cuando escribí La Herencia hace más de 8 años, varias fuentes me indicaron que a principios de los noventa, casi cada domingo en la tarde, antes de que cerrara un restaurante colonial en San Ángel, se reunían a jugar dominó Luis Donaldo Colosio, Raúl Salinas, Manlio Fabio Beltrones y Emilio Gamboa. El primero ha muerto; el segundo vive una muerte política en vida; pero los otros dos hoy se han vuelto los verdaderos jefes (ya no máximos, pero sí más que mínimos) del PRI. Aclaro que ambos son amigos míos, me ayudaron para escribir La Herencia y poseen ese don de la picaresca política mexicana, a saber, una simpatía nata, un espléndido sentido del humor, y un don de gentes notable. En ese contexto quiero ubicar las reflexiones siguientes.

La sabiduría política convencional reza que lo que estos dos personajes y el PRI en su conjunto buscan hoy con Felipe Calderón es negociar apoyos, caso por caso y no globalmente, a determinadas reformas y a cambio de varias concesiones. Las razones: 1) Calderón no les habla ni les hablará "golpeado" como Fox; 2) quieren ellos restablecer sus credenciales del PRI como partido constructivo y moderno, dejando atrás los errores del sexenio pasado, y 3) porque Gamboa y sobre todo Beltrones, tienen ambiciones presidenciales para sí mismos o para otros, y saben que sin una imagen reconstruida del PRI no rebasarán el 22 por ciento de Madrazo. Las concesiones: ni puestos de gabinete ni prebendas institucionales, aunque también las pueda haber, sino básicamente poder y dinero en las Cámaras y en los estados, no para ellos personalmente (ya lo tienen) sino para su partido, sus aparatos, sus gobernadores, sus presidentes municipales. En esta visión, Calderón lo que tiene que hacer es negociar con habilidad, a diferencia de Fox, pagar el precio y escoger bien sus prioridades, ya que no todo será posible.

El problema es que esta visión, un poco idílica, contradice frontalmente el comportamiento real del PRI en las Cámaras estos últimos dos meses. Limitémonos a tres ejemplos. El conflicto de Oaxaca reviste muchas aristas y no puede reducirse a una sola. No obstante, de haber estado dispuesto el PRI en el Senado a votar la desaparición de poderes hace un par de meses, el factor más importante de inestabilidad se hubiera resuelto. Nadie duda que había motivos de todo tipo para no hacerlo, pero nadie puede tampoco dudar que todos esos motivos eran fácilmente superables de haber existido la voluntad política de quitar a Ulises...

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