Jorge G. Castañeda / No se puede todo

AutorJorge G. Castañeda

Ante la toma de Catedral, y en víspera de una discusión importante sobre el rumbo del PRD, es útil ubicar el dilema que enfrenta el partido en el contexto de la izquierda europea y latinoamericana. Antes, se impone una breve reflexión sobre los partidos, sus líderes y los resultados de este año.

Concuerdo con Liébano Sáenz: cuando el partido del Presidente pierde, pierde el Presidente. Es cierto que la derrota puede convenir a Calderón, como también es cierto que las elecciones de 2007 han sido locales, y por tanto se rigen por criterios locales. Como lo ha sugerido Manuel Rodríguez de Gaussc, los reveses del PAN no reflejan necesariamente un juicio negativo sobre la gestión de un presidente panista, y la debacle del PRD (salvo en Michoacán) tampoco proviene necesariamente de un rechazo a los excesos del Peje. Pero, en ambos casos (el gasolinazo para Calderón y la intransigencia de AMLO) algo pesa en el ánimo del electorado. Si se publican las encuestas de salida de las elecciones sabremos mejor su peso.

Lo que sí sabemos son tres cosas. La primera es que los votantes mexicanos, los que sí votan, son cada vez más de clase media. Esto se debe a la expansión de este segmento, aunque el PAN la exagere y el PRD la niegue. También se origina en que el electorado potencial de menores recursos, o bien no vota, o bien dizque vota PRI. México todavía no es un país de clase media, pero el universo de votantes lo es cada vez más.

Lo segundo que sabemos es que las clases medias en el mundo son sensibles al ciclo económico, pero también a considerar otras determinantes de su voto: la seguridad, temas socioculturales y, entre otras, la defensa de las libertades que gozan y la democracia en que viven. A los referentes que inducen ese voto le otorgan en ocasiones más importancia de manera indirecta, casi inconsciente. Un ejemplo es la política exterior: en ningún país figura entre las principales preocupaciones del electorado (salvo en coyunturas excepcionales), pero sí es motivo de preocupación entre quienes influyen sobre el electorado.

La tercera certeza: el PRD confronta hoy el mismo problema que los partidos comunistas europeos entre el fin de la Segunda Guerra Mundial y la caída del muro, y que la izquierda latinoamericana desde los sesenta. Se trata de la validez de sus credenciales democráticas, de derechos humanos y de libertades individuales ante electorados de clase...

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