Jorge G. Castañeda / 'O momento brasileiro'

AutorJorge G. Castañeda

Fue predecible la derrota de la Selección mexicana contra la brasileña en el partido de ayer; es comprensible que el año entrante en el Mundial con sede en Brasil nos vaya igual que siempre: octavos de final y ya. También es perfectamente lógico que ahora resulte que la supuesta edad de oro del gigante sudamericano no sólo fue efímera y superficial, sino que desembocó en protestas sociales, sobre todo de jóvenes, como nunca se habían visto en las ciudades Sao Paulo, Río de Janeiro, Belo Horizonte y otras, desde mediados de los años ochenta.

Lo incomprensible estriba en el error que cometieron muchos brasileños al creerle más a los medios internacionales, a las casas de bolsa, a las corredurías y a los supuestos analistas financieros y económicos de los grandes bancos de Wall Street y de la City en lugar de confiar en sus instintos y sus propios conocimientos. Cuando todas estas fuentes de sabiduría y de presunta recopilación de informes y datos cantaban extraordinarias loas al desempeño de la economía brasileña, del Banco Central, del gobierno de Lula, del programa Bolsa Familia, del surgimiento del gigante verde amarelo, los magníficos estudiosos y comentaristas brasileños de las grandes universidades, medios de comunicación y think tanks, como la Fundación Getulio Vargas, debieron haber detonado señales de alarma explicando que no era así de sencillo: que tal o cual banca de inversión en Nueva York o en Londres, o empresa, o hedge fund y private equity fund, tuviera razones de interés directas.

También debieron haber escuchado a aquellos que les dijeron que realizar a dos años de distancia los eventos de la Copa Mundial y los Juegos Olímpicos no es nada del otro mundo; más aún, el último país latinoamericano que lo hizo, a saber, México 1968 y 1970, lo único que conserva en su memoria colectiva al respecto es la matanza de Tlatelolco. Pudieron haberle preguntado a los sudafricanos, a los ingleses y a muchos más, quienes les habrían confesado con cinismos y resignación que esos acontecimientos no traen inversión extranjera más allá de la que había de todas maneras; no atraen un mayor número de turistas de modo...

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