Jorge Alcocer V. / Partidos

AutorJorge Alcocer V.

Si aceptamos que la democracia los requiere, dejemos de propiciar el menosprecio por los partidos.

Admitamos que, porque nada han hecho sus dirigentes y legisladores para elevar la estima social hacia ellos, quizá no quede otra que imponerles desde fuera los radicales cambios que su sobrevivencia demanda.

Lo anterior es más necesario ante el escenario surgido de las urnas: un partido (Morena) que con sus aliados tendrá mayoría absoluta en las dos Cámaras del Congreso y en 19 legislaturas estatales; dos partidos (PAN y PRI) colocados en la medianía, y cuatro más (PRD, PVEM, MC y PT) en franca minoría, como casi siempre.

Hay quienes avizoran el regreso al partido dominante. Ante la predicción, la reacción es preguntar si Morena es un partido, condición primera para que el augurio se cumpla.

Aunque los electores le entregaron cientos de cargos públicos, no le dieron la receta ni los ingredientes para transitar de lo que es hoy -variopinta suma de grupos, personas e intereses- a ser un partido político.

Morena enfrenta el dilema de ser partido que abra brecha para cambios positivos o repetir los errores en que incurrieron los perredistas desde la fundación hasta hoy.

No hay duda que para cambiar a los partidos políticos es necesario reducir los recursos públicos que reciben e impedir que los privados -legales o ilegales- fluyan a sus arcas y determinen su quehacer y candidatos.

El dinero para los partidos es un asunto que merece algo más que ocurrencias. Ignoro si la solución es reducir a la mitad el financiamiento público ordinario, como proponen los Diputados de Morena, o si es mejor eliminarlo, como propuso el año pasado la bancada del PRI en San Lázaro.

Lo que une las dos propuestas es su propósito de obtener líneas ágata y tiempo en la antena.

Es necesario un nuevo diseño -integral- de las normas que rigen al sistema de partidos y a éstos en lo individual, desde su creación y registro hasta su extinción, incluyendo la rendición de cuentas. Lo anterior debe partir del reconocimiento crítico de los excesos y deformaciones que agudizó el mazacote legislativo del 2014.

Por ejemplo, al haber duplicado el financiamiento público a los partidos, por la vía de las finanzas de los Estados, arista omitida en la reciente iniciativa de Morena.

Igual señalamiento cabe hacer sobre la asignación de tiempo...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR