Jorge Alcocer V. / Gilberto

AutorJorge Alcocer V.

Sentados en el estudio de su casa, una tarde de diciembre de 1990 le entregué el borrador de mi carta de renuncia al PRD; Gilberto la leyó, subrayó algunas frases, y me la devolvió. "Yo le quitaría toda referencia personalizada", me aconsejó. Así se lo ofrecí. Me preguntó entonces "¿Estás seguro; no hay forma de convencerte que no lo hagas?". "No", fue mi respuesta.

Siete años después, sentados en el mismo estudio, adornado con máscaras de todo tipo y catrinas de Posadas, me entregó el borrador de su renuncia al PRD. Le hice la pregunta que él me había formulado en 1990. Su respuesta fue la misma. Leí su texto, le hice algunas sugerencias, de las que tomó nota. Luego conversamos por varias horas.

Gilberto Rincón Gallardo y Meltis fue para la generación de comunistas de la que formo parte un maestro y un camarada; para mí fue también y por sobre todo un amigo entrañable. Murió el sábado pasado y con él se va una parte fundamental de la generación que transformó a la izquierda mexicana.

Comentando con los amigos compartidos, en el vestíbulo de la funeraria, su larga trayectoria, uno de ellos nos hizo notar que la mayoría de las notas de prensa del domingo coincidían en resaltar a Gilberto como un luchador social y perseverante defensor de la igualdad de derechos, es decir en contra de toda forma de discriminación, tarea a la que dedicó la mayor parte de su tiempo en los últimos ocho años de su fructífera vida.

Sin embargo, sin restar un ápice a esa etapa final, Rincón Gallardo fue un político cuya etapa más fecunda tuvo lugar en las filas de los partidos de izquierda a los que entregó su inteligencia y esfuerzo. Por cierto, no inició en ese flanco su participación; lo hizo como brigadista voluntario en 1958 en la campaña presidencial de Luis H. Álvarez (PAN).

En 1989, en una reunión de dirigentes del PMS y del PAN en casa de don Luis, éste lo recibió con un cálido abrazo y entre risas me dijo algo así: "ya es hora de que nos lo regresen, se los mandé en préstamo y ahora lo están desaprovechando".

Gilberto se unió a las filas de la izquierda comunista con motivo de los movimientos magisterial y ferrocarrilero de finales de los años cincuenta; a partir de entonces militó en el PCM, del que pronto llegó a ser integrante de su Comité Central y luego de sus órganos ejecutivos. En 1968 fue encarcelado en Lecumberri, de donde salió en 1971. Durante la siguiente década, al lado de Arnoldo Martínez Verdugo y de otros dirigentes, fue pieza clave en la...

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