Jorge Alcocer V. / Fin de ciclo

AutorJorge Alcocer V.

Cerrada la agenda electoral de 2007 es posible intentar un balance preliminar distinguiendo dos asuntos que, aunque vinculados, responden a lógicas diferentes y tendrán trayectorias distintas en el futuro inmediato.

El primer asunto tiene que ver con el balance de posiciones con el que cada uno de los tres mayores partidos cierra el año. Dicho en pocas palabras, 2007 fue un buen año para el PRI, malo para el PAN y de claroscuros para el PRD. Volver a ser el partido más votado, considerando los estados que tuvieron proceso local, no es poca cosa para el tricolor, que recuperó la gubernatura de Yucatán, así como importantes municipios, conservando o regresando a la condición de primera fuerza en varias legislaturas locales. Casi como en espejo invertido, el balance negativo para el blanquiazul se corresponde con los éxitos del PRI, salvo en el caso de Michoacán, en donde, confirmando los pronósticos de la mayoría de las encuestas, el perredista Leonel Godoy se alza con la victoria. Para colmo de sus males, el PAN pierde la alcaldía de Morelia a manos del tricolor.

En una visión panorámica de lo ocurrido en los comicios locales del año que termina, el PRI confirma su condición de partido mejor implantado en el territorio nacional, mientras que el PRD sigue padeciendo en extensas regiones, sobre todo del centro-norte y norte del país, la debilidad estructural que le provoca su falta de implantación y los frecuentes conflictos internos que reducen su capacidad de competencia a una presencia casi simbólica en un número importante de estados. Aunque el PAN ha logrado avanzar en su despliegue territorial, sigue mostrando importantes vacíos en algunos estados, lo que para un partido en el gobierno es un reto a superar en el más corto plazo.

Contra los mejores deseos de quienes siguen aspirando a un sistema de partidos con múltiples opciones, lo cierto es que el electorado confirma una y otra vez la tendencia a la consolidación de un modelo nacional de tres partidos, que en no pocos estados es de claro bipartidismo, sin dejar mayores espacios para el crecimiento de los llamados partidos emergentes, la mayoría de los cuales admiten la situación y se cobijan a la sombra de cualquiera de los tres partidos de mayor presencia y votación.

Aunque el año venidero presenta una agenda electoral local menos agobiante, no hay que olvidar que en octubre de 2008 dará inicio el proceso electoral federal que habrá de culminar el primer domingo de julio de 2009...

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