Jorge Alcocer V. / La culpa es de Felipe

AutorJorge Alcocer V.

Cuando en el año 2000, después del 2 de julio, el ex presidente del gobierno español, Felipe González, dijo que los mexicanos parecíamos suecos, no supo el daño que esa comparación provocaría. Lo peor de todo fue que algunos tomaron a pie juntillas la frase y decretaron que el sistema electoral mexicano había alcanzado un estado casi angelical que lo ponía a salvo de cualquier contingencia.

Bajo esa falsa premisa, Ejecutivo, Congreso y partidos dejaron pasar cinco años sin adecuar las normas e instituciones electorales federales para anticipar y dar cauce a problemas más que anunciados para las elecciones de 2006. El resultado de los comicios federales intermedios de 2003 contribuyó a reforzar la ingenua confianza en que las normas del Cofipe y la fortaleza del IFE serían suficientes para enfrentar los retos venideros.

Aunque entre 2001-2005 hubo tres reformas al Cofipe, los cambios se mantuvieron en los márgenes del sistema electoral. La primera llevó a la norma legal la equidad de género, cerrando la puerta a los trucos y deformaciones que por años habían negado igualdad de oportunidad a las mujeres en la asignación de candidaturas al Congreso. La segunda, ocurrida en diciembre de 2003, aumentó los requisitos para el registro legal a nuevos partidos, y dificultó su refrendo en las urnas al impedirles establecer coaliciones en su primera participación electoral. La tercera y más reciente (2005) reglamentó -por fin- el derecho al voto de los ciudadanos mexicanos residentes en el extranjero, adoptando la modalidad del voto postal para la elección presidencial del próximo año.

Sin embargo, otros temas cruciales, más importantes a los fines de la consolidación de la confianza, la equidad y la transparencia, quedaron pospuestos. Pese a que en el Congreso se han presentado un buen número de iniciativas para avanzar en esos aspectos, simplemente los legisladores no pudieron encontrarle la cuadratura al círculo. Las consecuencias están a la vista.

La imagen idílica de la noche del 2 de julio del 2000 quedó atrás. Lo que hoy tenemos es la dura realidad de partidos, precandidatos y candidatos dispuestos a todo; de autoridades electorales nuevamente cuestionadas; de empresas de televisión que se arrogan indebido protagonismo y de franjas enormes de electores decepcionados, alejados de la política y de las urnas.

Apenas inicia el proceso electoral de 2006 y la arena política sigue llena de gladiadores que de la violencia verbal y la irresponsabilidad...

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