Jorge Alcocer V. / Admitir la verdad

AutorJorge Alcocer V.

Las marchas realizadas en varias ciudades de México y los actos simbólicos en memoria de los 43 normalistas de Ayotzinapa y por el esclarecimiento de los hechos dan cuenta de la imperiosa necesidad de aclarar y enmendar la espiral de errores y omisiones, que al parecer marcan lo hasta hoy investigado, como primer paso para superar la incredulidad hacia las autoridades, lo que envenena la convivencia entre Estado y sociedad.

Los 43 normalistas siguen -técnicamente hablando- "desaparecidos", aunque para dos de ellos los análisis de ADN, realizados por el laboratorio europeo, indican que están muertos; por las pruebas y evidencias conocidas y las declaraciones de los detenidos, lo más probable es que los otros 41 también. Es doloroso admitirlo, pero no hay otra manera de tener un camino para las investigaciones que aún deben ser realizadas, no para dar carpetazo, sino para saber lo que realmente ocurrió e imponer castigo a los autores del horrendo crimen.

El jueves pasado el presidente Enrique Peña Nieto se reunió por segunda vez con los padres de los desaparecidos, a los que acompañaron un buen número de asesores con quienes las autoridades deben mantener interlocución, aunque sus intereses estén más allá del duelo de los deudos y otros familiares. Por lo visto, la voluntad del Presidente se estrella ante tales intereses.

Hay activistas y grupos que más que buscar la verdad lo que quieren son motivos para el conflicto. Aunque sea políticamente incorrecto decirlo, la tragedia es pretexto para justificar el vandalismo contra personas e inmuebles o para agredir a policías, bajo la peregrina idea de prender el cerillo que incendie la pradera.

Hay elementos para admitir que la búsqueda con vida de las víctimas no llevará a ningún lado, pero asumirlo cancela el protagonismo de algunos; los partidos políticos y sus legisladores lo saben, pero aceptar que los 43 están muertos deja sin sustento el virulento discurso que reparte culpas olvidando responsabilidades propias.

Enrique Peña Nieto no ordenó que los 43 desaparecieran; no es victimario ni cómplice del crimen. Su responsabilidad es de otro orden: le corresponde hacer todo lo que en sus atribuciones está para que las...

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