Joaquín Capilla: Recuperar el piso

AutorIvis Aburto

La distinción de ser deportista de alto rendimiento, así como los triunfos en Juegos Olímpicos llevaron a Joaquín Capilla a convivir lo mismo con Presidentes de México que a saludar de mano a los Reyes de Inglaterra y al Presidente de Argentina, Juan Domingo Perón y su esposa Evita, durante su carrera deportiva.

Pero en cierto punto de su vida, los triunfos que lo llevaron a codearse con importantes figuras de la vida política y deportiva del mundo, también provocaron un vacío en la personalidad de Capilla, quien encontró, durante esa época de su vida, refugio en el alcohol, lo cual estuvo cerca de provocar que el ex atleta diera un último clavado, pero mortal.

La avaricia, como Capilla lo describe, creció dentro de él tras ganar cuatro medallas olímpicas, lo que lo convirtió en el máximo ganador en la historia del deporte amateur nacional, marca que ningún otro mexicano tiene aún.

Un bronce en Londres 1948, una plata en Helsinki 52 y un oro y otro bronce en Melbourne 56, además de haber sido el primero en aquella época en vencer en 45 años a los Estados Unidos en clavados desde cualquier distancia, así como la obtención de metales de todo tipo en Juegos Panamericanos, son los recuerdos que atesora Capilla con gran orgullo.

Una casa en El Pedregal de San Angel, la conformación de un patronato a su nombre, así como la distinción de ser recibido por Presidentes del País fueron el resultado del esfuerzo y perseverancia de Capilla durante su carrera, pero también marcaron el principio de un largo calvario en el cual, en ocasiones, perdió el control de sus acciones.

Tras su retiro de las fosas, Capilla persiguió la culminación de otro sueño, terminar la carrera de arquitecto que por los clavados pospuso varios años en la UNAM. Sin embargo, el ex clavadista había intentado con anterioridad reinscribirse en dos ocasiones, y por reglamento la Máxima Casa de Estudios no lo podía aceptar de nuevo.

Intentó entrar a la Universidad Iberoamericana, y para poder cursar la carrera de arquitectura ahí, debía estudiar desde el principio.

Tal situación, aunado con su sed de fama y de continuar siendo reconocido por todos de cualquier manera, llevaron a Capilla a ahogar su "soledad" en el alcoholismo, que le entregó las peores frustraciones en su vida... O al menos sus ojos, al enrojecer por la manera en que revive esas memorias, así lo evidencian.

Con todo y las cuatro medallas olímpicas, Capilla no estuvo presente el 12 de octubre de 1968 en el Estadio...

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