Jethro Tull: Complacen con música y bromas

Sólo con su música y su ingenio para hacer bromas, Ian Anderson y su banda Jethro Tull llenaron las expectativas de los cerca de 7 mil 500 asistentes que la noche del lunes se dieron cita para presenciar el primero de sus dos conciertos en el Auditorio Nacional.

Instalada en el centro de un escenario completamente desnudo, carente de los modernos equipos de iluminación ya habituales en casi cualquier encuentro musical, la banda británica de rock progresivo sedujo a los miles de espectadores con su leyenda y su virtuosismo musical.

Con puntualidad inglesa, justo cuando daban las 8:30 horas, Jethro Tull inició un recorrido de más de 2 horas por sus 35 años de historia musical, intercalando algunos de sus más grandes éxitos en medio de numerosos temas quizás menos taquilleros, pero representativos de la esencia trovadora del grupo.

Jethro Tull no mostró novedades en su aparición en el recinto de Reforma, se dedicó a tocar con su estilo tradicional, interpretando la extensa lista de rolas que traía preparadas para esa noche.

El virtuosismo para la ejecución de toda clase de instrumentos y la amplia variedad de influencias del grupo (que van de la música clásica, el jazz, el blues y la música europea medieval) fueron material suficiente para despertar el asombro de los espectadores.

En su calidad de líder, Ian Anderson echó mano de su carisma y habilidad teatral para interpretar no sólo al extraordinario músico que es, sino a esa especie de duendecillo medieval que recorre el campo visual de los espectadores, tocando con maestría la flauta transversa, que lo volvió un símbolo de la escena rocanrolera...

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