Jesús Silva-Herzog Márquez / Contra los tapabocas

AutorJesús Silva-Herzog Márquez

Si el enfrentamiento con la Iglesia ha servido recientemente para convertir a una mala película en un éxito extraordinario, tal vez pueda funcionar también para obtener los votos que un nuevo partido necesita para conservar su registro.

La estrategia de enfrentarse directamente con los jerarcas de la Iglesia católica no es absurda en términos electorales. Un pequeño partido se coloca como el enemigo de la retardataria Iglesia católica y provoca sus furias conocidas. El plan no es absurdo, sobre todo, para un partido que no busca la mayoría, sino que apenas necesita el voto de la pequeña franja del electorado que permita su sobrevivencia.

El enfrentamiento bordaría lo insensato si se tratara, por el contrario, de una formación con aspiraciones de mayoría. Es entendible, pues, que el partido México Posible coloque su enemistad con la jerarquía católica en primer plano: atrae la atención pública, suscita respuestas, provoca adhesiones y reproches. Gana una cobertura en los noticieros que jamás tendría sin la colaboración de sus ogros.

Razones de utilidad política pueden justificar la decisión de ese partido. Pero una cosa son los cálculos de rentabilidad electoral y otro asunto es el peso de sus argumentos. ¿Tienen razón los censores de la opinión de los obispos? Creo que no. Creo, incluso, que bajo el manto del Estado laico, se esconden en esas voces impulsos de una vieja intolerancia jacobina.

El asunto tiene dos cuerdas. La primera es jurídica. ¿Han violado la ley los ministros de culto que promueven el voto, orientando a sus fieles sobre el sentido de su elección? El artículo 130 de la Constitución prohíbe que los sacerdotes hagan proselitismo a favor o en contra de un partido o de un candidato. Nótese que la prohibición no es la misma que existe, por ejemplo, para los extranjeros, quienes no tienen derecho de "inmiscuirse" (la palabra es reveladora) en asuntos políticos.

Los ministros de culto son ciudadanos mexicanos, tienen derecho a voto. La ley los considera integrantes de la voluntad nacional, regidos por un estatuto especial. Hasta donde he podido ver, los distintos voceros de la Iglesia católica han repetido las conocidas líneas de su mensaje, sin hacer alusiones específicas a una institución política o a un candidato concreto. Ciertamente, han denunciado a quienes promueven la despenalización del aborto o el reconocimiento de parejas homosexuales, pero no se han referido concretamente a ningún partido o a ningún candidato en...

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