Jesús Silva-Herzog Márquez / Del voto y la humildad

AutorJesús Silva-Herzog Márquez

Tecleo con velocidad este artículo con las primeras noticias de la victoria priista. Habrá que esperar las cuentas y ver de qué manera se ha recompuesto el mapa de la política mexicana. Habrá que esforzarse, sobre todo, por comprender. Tratar de entender el sentido del voto, las implicaciones para el futuro inmediato, el impacto en los distintos partidos y en el funcionamiento de la democracia.

Habrá quien se aferre a su vaticinio. Quien quiera ajustar los resultados de ayer a su anticipo o a su deseo. Es común la práctica de forzar la interpretación de tal suerte que ratifique lo dicho y salvaguarde la imagen del adivinador. Pase lo que pase, muchos se empeñarán en decirnos "te lo dije". La flexibilidad intelectual de opinadores y activistas es sorprendente. Si además se reviste con la lógica de la conjura, es capaz de cualquier malabarismo. No hay hecho que rebata al conspiratista. Si gana quien debería perder, será porque hubo imposición, porque hubo fraude, porque en el fondo perdió. Creo que hay que acatar el dictado de los números y esforzarse por comprender. El voto nos exige volver a pensar y nos invita a tomar distancia de lo que creíamos.

El voto, esa señal que es solamente un dato, contiene un mensaje de humildad. No se gana todo, no se gana por siempre. Las victorias son siempre precarias, transitorias. Las derrotas, aunque inclementes, no son la muerte. Conocemos la orden de los votos pero nunca llegaremos a entender su significado pleno. Apenas lanzamos conjeturas sobre su fuente y su significado. La victoria de Peña Nieto parece sólida y rotunda, con un margen amplio que lo separa de sus competidores. Se trata, sin embargo, de una victoria construida en buena medida por eliminación, por un rechazo contundente al gobierno panista y una desconfianza en la izquierda que no pudo remontar el daño que a sí misma se hizo hace seis años. Si el PRI ganó no fue por la candidatura visionaria de un hombre de ideas que encabezó una transformación de su partido para presentarse a los electores con un proyecto reformista. Creo que ganó porque el gobierno de Felipe Calderón hizo inaceptable la relección del PAN y porque López Obrador le obsequió al PRI la plataforma para aprovechar el intenso voto de castigo de esta elección. Dudo que las viejas categorías de la transición nos ayuden a entender los motivos de la victoria priista. Me parece que, más que la nostalgia por el viejo orden autoritario, se impuso la lógica elemental del castigo...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR